Dios pasó de puntillas por Sot de Chera

En mitad de la madrugada del 31 de octubre, una tragedia se desencadenó en Sot de Chera. El desbordamiento del río Sot, alimentado por las intensas lluvias, arrasó con todo a su paso, dejando un rastro de destrucción y dolor.

Una madre, Ana, y su hija, Ainhoa, se aferraron a la vida durante horas, atrapadas en medio de la crecida. Su vivienda de tres plantas se derrumbó, sepultando a Javi, el hijo pequeño de la familia.

Mientras la riada rugía a su alrededor, Ana y Ainhoa resistieron con valentía, protegidas por un pequeño muro. El agua helada y la oscuridad envolvían sus cuerpos, pero su determinación por sobrevivir era inquebrantable.

En medio de la desesperación, Ainhoa, con apenas 10 años, encontró la fortaleza para decirle a su madre que necesitaba orinar. La situación era crítica, pero Ana se negó a rendirse.

Con esfuerzos sobrehumanos, la madre y la hija aguantaron diez largas horas, resistiendo el frío, el hambre y el miedo. Cuando el amanecer llegó, un rayo de esperanza apareció en el horizonte. Vecinos del pueblo, alertados por los gritos desgarradores, acudieron en su ayuda.

Antonio Blanch, uno de los rescatistas, recuerda el momento en que encontraron a Ana y Ainhoa: "Las encontramos a las dos, casi sin ningún rasguño después de caer del tercer piso con la casa encima. La madre y la niña, de pie y de la mano, iluminadas por el sol que hasta pensé que parecía una imagen irreal de película".

La tragedia de Sot de Chera dejó una profunda huella en sus habitantes. El pueblo, otrora un paraíso turístico, quedó devastado. Las casas, los negocios y las infraestructuras fueron arrasadas por la fuerza implacable de la naturaleza.

Pero en medio del dolor y la pérdida, surgió un sentimiento de resiliencia y unidad. Los vecinos se apoyaron mutuamente, trabajando incansablemente para reconstruir sus vidas y su comunidad.

La historia de Ana y Ainhoa es un testimonio del poder del espíritu humano. Ante la adversidad, demostraron una valentía y una determinación que inspiró a todos los que las conocieron.