Menos de la mitad de las provincias cuentan con datos de trayectoria estudiantil

Un informe del Observatorio Argentinos por la Educación revela que tan solo 10 de las 23 provincias argentinas cuentan con información actualizada de las trayectorias de aprendizaje de todos sus estudiantes en los tres niveles educativos obligatorios.

Disparidades en la recolección de datos

El estudio, que se realiza desde hace cuatro años, encontró disparidades significativas en los datos con los que cuentan las provincias. Por ejemplo, Misiones y San Juan no tienen datos de los alumnos del sector privado, mientras que Chaco solo tiene información del 13% de los alumnos de escuelas primarias privadas y del 17% de los alumnos de escuelas secundarias privadas.

Importancia de los datos para mejorar la educación

Los autores del informe destacan que contar con sistemas de información educativa nominales, es decir, de cada alumno de los diferentes niveles de formación, es fundamental para acompañar las trayectorias de los alumnos y poder detectar dificultades, casos de deserción y otras problemáticas educativas.

La información de los alumnos permite, entre otras cosas, contar con registros actualizados del ausentismo y las calificaciones de los estudiantes, y desarrollar Sistemas de Alerta Temprana (SAT) para identificar y prevenir situaciones de riesgo de deserción escolar.

Avances en la consolidación de la Base Nacional Homologada

A pesar de las problemáticas resaltadas, el documento destaca un dato positivo: hay avances en la consolidación de la "Base Nacional Homologada" (BNH), una web de datos de estudiantes que permite centralizar y estandarizar la información proveniente de las distintas jurisdicciones.

La BNH muestra un incremento de su cobertura en 10 puntos en los últimos tres años. En 2023 se contaba con datos del 84% de la matrícula de los niveles inicial, primario y secundario de todo el país, mientras que en 2021 la cifra era del 74%.

Conclusiones

El informe concluye que si bien hay avances en la cobertura de datos educativos nominales, todavía existen brechas críticas entre el potencial de estos sistemas y su implementación efectiva.

Los autores sostienen que la clave está en convertir estos avances en herramientas útiles para docentes y comunidades, promoviendo un cambio cultural que valore y utilice la información como motor de mejora continua.