La política, zona de combate: el acoso y las presiones queman a líderes de todo el mundo
La política se ha convertido en un campo de batalla, un combustible de gran potencia que está afectando a numerosos políticos de una generación vapuleada por el ruido, las redes sociales y los ataques despiadados de sus oponentes, rivales y una nueva categoría de esta era: los odiadores. Los enfrentamientos y las luchas internas no son algo nuevo en el ámbito político, pero las redes sociales han multiplicado la velocidad de las campañas de acoso y derribo, en las que medios de dudosa reputación y causas judiciales de escasa solvencia avivan el fuego.
Víctimas de la difamación
Numerosos casos han puesto de manifiesto la ferocidad de este fenómeno, para el que los políticos, más allá de sus cargos, no tienen superpoderes. El primer ministro de Portugal, António Costa, dimitió en noviembre de 2022 tras ocho años al frente del gobierno cuando el Tribunal Supremo de su país inició una investigación sobre su papel en la concesión de dos explotaciones de litio y un proyecto de producción de hidrógeno. "La dignidad del cargo es incompatible con la apertura de una investigación", afirmó Costa al dimitir. Dos tribunales han desacreditado posteriormente las diligencias de la Fiscalía y el caso se ha ido diluyendo, pero no antes de que unas elecciones anticipadas llevaran a la derecha al gobierno.
El caso de Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, es igual de llamativo. Esta política, que alcanzó elevadas cotas de popularidad y proyección internacional, renunció en enero de 2023 con un discurso al borde de las lágrimas en el que confesó que ya no tenía fuerzas para seguir luchando en política. Ardern tenía 42 años cuando decidió poner fin a su carrera, tras cinco años y medio al frente del gobierno, en medio de unos ataques misóginos que se sumaron a la presión de la pandemia y los problemas económicos.
En España, varios políticos de última generación también han caído tras brillar intensamente, quemados por el acoso y las divisiones internas. El caso más reciente es el de Mónica Oltra, vicepresidenta de la Comunidad Valenciana por Compromís, quien dimitió en 2022 tras ser imputada por presunto encubrimiento del caso de abuso de su exmarido a una menor tutelada, un asunto que ha quedado en nada. Oltra ha optado por el silencio desde entonces, pero su amigo y jefe de gabinete, Miquel Rea, recuerda sus palabras premonitorias de junio de 2022: "Nos están fulminando uno a uno con denuncias falsas. Y el día que ustedes quieran reaccionar, también les habrán fulminado a ustedes".
El alto precio de la política
Muchos políticos necesitan ayuda psicológica y terapia al terminar sus mandatos. Pagan un alto precio en estabilidad emocional. "No es solo por la crispación, sino porque hoy ostentar un cargo te convierte automáticamente en chivo expiatorio de cualquier problema. La gente vuelca en ellos su ira y su frustración y se vuelven blanco de insultos y exabruptos", asegura la politóloga Cristina Monge.
El filósofo Daniel Innerarity cree que no comprendemos bien el alto precio que pagan los políticos y señala la degradación del espacio público en el que se ejerce la monitorización y la crítica. "Los valores que forman parte de la naturaleza de la democracia han podido dejar de ser procedimientos de control y se han convertido en instrumentos para la confrontación".
El filósofo Txetxu Ausín defiende las esencias que deben caracterizar la política: el disenso, la discrepancia, la pluralidad de perspectivas, las opciones, la deliberación y la discusión entre proyectos. "Esto exige una suerte de virtudes deliberativas, de ethos para el debate público que incluyen el reconocimiento recíproco; magnanimidad frente a los discrepantes sobre la idea de que se puede aprender de los otros; tolerancia; integridad cívica frente a una visión meramente estratégica de la política".
Pero estas bellas palabras chocan con unos tiempos en que "se ha abandonado completamente esta concepción y prevalece la emocionalidad y los ataques personales y familiares agresivos, multiplicados por las redes". El resultado: "La política se ha hecho invivible y aleja de la res publica talento y capacidad de personas que podrían aportar muchísimo valor a la gestión de lo público".