El cuarto nivel del Mictlán: Itzehecáyan

El lugar del viento de obsidiana

En el corazón de la mitología mexicana, el Mictlán es el inframundo, un reino de nueve niveles donde las almas de los difuntos emprenden un arduo viaje hacia el descanso eterno. Entre estos niveles se encuentra Itzehecáyan, el cuarto nivel, un lugar misterioso y temible donde el viento helado aúlla y la nieve cae sin cesar.

El nombre Itzehecáyan se traduce como "el lugar del viento de obsidiana" o "el lugar donde hay mucha nieve". Como su nombre indica, este nivel se caracteriza por sus vientos extremadamente fríos y su paisaje cubierto de nieve. La nieve cae constantemente, formando ocho enormes cerros de piedra afilada que se asemejan a una pequeña cordillera.

A medida que las almas se adentran en Itzehecáyan, el frío se intensifica, penetrando hasta los huesos. El camino que deben seguir está rodeado por estos imponentes cerros, y con cada paso, la temperatura desciende. Sin embargo, a pesar del frío insoportable, las almas deben continuar su viaje, guiadas por el sonido del viento.

Ehécatl, el dios del viento del norte

En medio de Itzehecáyan reside Ehécatl, el dios del viento del norte. Ehécatl es una de las cuatro personificaciones del viento, correspondientes a los cuatro puntos cardinales: el viento del sur, del oeste, del norte y del este.

Ehécatl es un dios poderoso y temido, que controla los vientos y las tormentas. Se le representa como un hombre con una máscara de pico de ave y un manto de plumas. En su mano sostiene un abanico, con el que agita los vientos.

El viaje a través de Itzehecáyan

El viaje a través de Itzehecáyan es una prueba de resistencia y determinación. Las almas que llegan a este nivel han superado los desafíos de los niveles anteriores, pero todavía les espera un largo y arduo camino por delante. El frío y el viento son implacables, y el paisaje helado es traicionero.

Sin embargo, las almas no están solas en su viaje. El sonido del viento les guía y les da fuerza. Ehécatl, el dios del viento del norte, vela por ellas, protegiéndolas de los peligros de Itzehecáyan.