El desaire al Rey aviva el conflicto diplomático entre México y España
La decisión de España de no enviar representación oficial a la toma de posesión de la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha avivado un conflicto diplomático entre los dos países que se remonta a 2019.
Antecedentes del conflicto
En marzo de 2019, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador envió una carta al rey Felipe VI de España pidiendo disculpas por los excesos cometidos durante la conquista española de México. La carta no fue respondida, y el gobierno español rechazó "con toda firmeza" su contenido.
El tenso intercambio de cartas provocó un enfriamiento de las relaciones entre los dos países, aunque no llegó a una ruptura formal.
La ausencia de España en la toma de posesión de Sheinbaum
La última muestra de tensión se produjo el martes, cuando España anunció que no enviaría ningún representante oficial a la toma de posesión de Sheinbaum el 1 de octubre. La decisión se tomó después de que el diario El País informara que la Casa Real española no había recibido invitación para el evento.
El gobierno español ha defendido su decisión, argumentando que el rey Felipe VI es el jefe de Estado y, por tanto, debe ser invitado a todas las tomas de posesión. Sin embargo, el gobierno mexicano ha calificado la decisión de "inaceptable" y ha dicho que "lamenta mucho" la ausencia de España.
Reacciones a la decisión
La decisión de España de no asistir a la toma de posesión ha recibido reacciones encontradas. El Partido Popular (PP) de España ha cerrado filas con el gobierno, mientras que los partidos de la coalición Sumar se han desmarcado de la decisión.
El portavoz parlamentario de Izquierda Unida, Enrique Santiago, ha criticado la decisión, calificándola de "anacrónica" y de "mal ejemplo de diplomacia". También fuentes de Compromís creen que el gobierno español debería estar representado en el acto.
El futuro de las relaciones México-España
La ausencia de España en la toma de posesión de Sheinbaum es un nuevo revés para las relaciones entre los dos países. Queda por ver si la decisión afectará a largo plazo a las relaciones diplomáticas y comerciales entre México y España.
Sin embargo, está claro que la decisión ha reabierto viejas heridas y ha ensombrecido lo que debería ser un momento de celebración para México.