¿Estamos ante el fin del progreso?
El colapso del comunismo en Europa hace 35 años marcó un cambio de época en el mundo. Francis Fukuyama acuñó el término «fin de la historia» para describir este momento y predecir que todas las sociedades acabarían convergiendo hacia la democracia liberal y la economía de mercado. Hoy en día, resulta casi un lugar común señalar lo equivocada que estaba su predicción. El regreso de Donald Trump y su movimiento MAGA (siglas del lema «Make America Great Again») nos lleva a preguntarnos si deberíamos llamar a nuestra época actual el «fin del progreso».

La mayoría de nosotros damos por sentado el progreso. Sin embargo, debemos recordar que los niveles de vida hace 250 años apenas diferían de los de hace 2.500 años. Fue la Ilustración y la Revolución Industrial las que trajeron consigo las enormes mejoras en la esperanza de vida, la salud y los niveles de vida que han definido la modernidad. Los pensadores de la Ilustración reconocieron que la experimentación científica podía ayudar a entender la naturaleza y crear nuevas tecnologías transformadoras, y que las ciencias sociales podían permitir una coordinación más estrecha de los esfuerzos para mejorar las condiciones de todos los miembros de la sociedad. Estos esfuerzos requerían que el Estado de derecho sustituyera al absolutismo, que el respeto a la verdad prevaleciera sobre el oscurantismo y que se valorara la experiencia en los asuntos humanos.
Uno de los rasgos más inquietantes de la revolución MAGA es su frontal rechazo a estos valores. ¿Podrá continuar el progreso? De la misma manera que los soviéticos lanzaron el satélite Sputnik, es posible que veamos a Trump y sus seguidores presidir notables logros tecnológicos en el espacio y la inteligencia artificial (IA). Pero, ¿podemos esperar realmente que la nueva oligarquía estadounidense supervise avances sostenidos y ampliamente compartidos? Los que ahora están en el poder están motivados únicamente por la búsqueda de riqueza y no tienen reparos en acumularla mediante la explotación y la búsqueda de rentas. Ya han demostrado su ingenio para ejercer el poder de mercado y aprovechar los medios de comunicación y las plataformas tecnológicas para promover sus intereses privados mediante la manipulación y la desinformación generalizadas.

Lo que diferencia a la corrupción estadounidense actual de las formas pasadas es su enorme escala y descaro. La idea de meter billetes de 100 dólares en sobres de papel marrón parece pintoresca en comparación con lo que tenemos ahora. Los oligarcas estadounidenses pueden «contribuir» abiertamente con cientos de millones de dólares a las campañas electorales de los políticos a cambio de favores. El préstamo sin intereses de 465 millones de dólares que Tesla recibió de la administración del presidente Barack Obama hace 15 años parecerá una miseria en comparación con lo que se avecina.
El progreso requiere inversiones en ciencia básica y en una mano de obra cualificada. Sin embargo, durante su primer mandato, Trump propuso recortes tan masivos a la financiación de la investigación que incluso sus colegas republicanos se opusieron. ¿Mostrarán la misma disposición a resistirse esta vez? Además, ¿sigue siendo posible el progreso cuando las instituciones responsables de avanzar y transmitir el conocimiento son atacadas constantemente? Al movimiento MAGA le gustaría acabar con las instituciones «de élite» que producen gran parte de la investigación de vanguardia.
Ningún país puede prosperar realmente si gran parte de su población sufre carencias en educación, sanidad y alimentación básica
En Estados Unidos, alrededor del 16% de los niños crece en la pobreza, el rendimiento global en las evaluaciones educativas internacionales es mediocre, la malnutrición y la falta de vivienda están muy extendidas y la esperanza de vida es la más baja entre las principales economías avanzadas. La única solución es un mayor y mejor gasto público. Sin embargo, Trump y su equipo de oligarcas están decididos a recortar el presupuesto tanto como sea posible. Esto haría que Estados Unidos dependiera aún más de la mano de obra extranjera. Pero los inmigrantes, incluso los altamente cualificados, son un anatema para los seguidores de Trump del MAGA.
Aunque Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo el líder mundial en el avance de la ciencia y la tecnología, es difícil ver cómo esto puede continuar con una administración Trump. Veo tres escenarios posibles. En el primero, Estados Unidos finalmente acepta sus problemas profundamente arraigados, rechaza el movimiento MAGA y reafirma su compromiso con los valores de la Ilustración. En el segundo, Estados Unidos y China continúan por el camino del capitalismo oligárquico y el capitalismo de Estado autoritario, respectivamente, mientras que el resto del mundo se queda atrás. Por último, Estados Unidos y China mantienen el rumbo, pero Europa adopta la bandera del capitalismo progresista y la socialdemocracia.
Por desgracia, el segundo escenario es el más probable, lo que significa que debemos considerar cuánto tiempo más podrán gestionarse las crecientes deficiencias de Estados Unidos. China tiene enormes ventajas en el desarrollo tecnológico y de IA gracias a su enorme mercado, su amplia oferta de ingenieros y su compromiso con la planificación a largo plazo y la vigilancia integral. Además, la diplomacia china con alrededor del 60% de los países no occidentales ha tenido mucho más éxito que la estadounidense. Pero, por supuesto, ni China ni los Estados Unidos de Trump están comprometidos con los valores que han impulsado el progreso desde finales del siglo XVIII.
Trágicamente, la humanidad ya se enfrenta a retos existenciales. Los avances tecnológicos nos han dado los medios para autodestruirnos y la mejor manera de evitarlo es a través del derecho internacional. Además de las amenazas que plantean el cambio climático y las pandemias, ahora también debemos preocuparnos por la IA no regulada.
Alguno dirán que, aunque el progreso se detenga, las inversiones pasadas en ciencia seguirán dando frutos valiosos
Además, añadirán los optimistas, todas las dictaduras acaban cayendo y la historia continúa. Hace un siglo, el fascismo asoló el mundo. Pero condujo a una ola de democratización, en la que los movimientos de descolonización y de derechos civiles contrarrestaron la discriminación racial, étnica y de género.
El problema es que esos movimientos de éxito solo llegaron hasta cierto punto, y el tiempo no está de nuestro lado. El cambio climático no esperará a que decidamos actuar. ¿Disfrutarán los estadounidenses de un progreso continuo en forma de prosperidad compartida, basada en la educación, la salud, la seguridad, la comunidad y un medio ambiente limpio? Lo dudo. ¿Y el fin del progreso en Estados Unidos tendrá repercusiones a escala mundial? Es casi seguro. Es demasiado pronto para saber cuáles serán las consecuencias de la segunda presidencia de Trump. La historia avanza, pero el progreso podría quedarse atrás.
- Joseph E. Stiglitz, ex economista jefe del Banco Mundial y ex presidente del Consejo de Asesores Económicos del Presidente de Estados Unidos, es profesor de la Universidad de Columbia y Premio Nobel de Economía.