El hombre que resucitó en el brutalismo de los años 70

Luis Calero, de 63 años, es un jubilado que ha encontrado un nuevo propósito en la vida: documentar la arquitectura brutalista de Madrid. Su pasión por este estilo arquitectónico, caracterizado por sus líneas rectas, su uso del hormigón y su énfasis en la función sobre la forma, comenzó después de que fuera despedido de su trabajo como responsable de negocio internacional en una compañía de seguros.

Durante los quince días que le obligaron a seguir yendo a su oficina en la Castellana sin nada que hacer, Calero se dio cuenta de que había más en la vida que el trabajo. Empezó a pasear por los barrios del extrarradio de Madrid, buscando los restos de la década que había marcado su juventud: los años 70.

"Así volví a la vida. Necesitaba aprender de nuevo", afirma Calero. Desde entonces, ha recorrido los barrios más humildes y los más adinerados de Madrid, fotografiando portales de azulejos dadá, fachadas de mármol y viejos telefonillos. Su archivo, que contiene más de 12.000 imágenes, se ha convertido en una referencia para directores de arte, localizadores, interioristas, decoradores y periodistas.

El 'salvapatrias' del brutalismo

Aunque Calero reconoce que su etapa laboral fue "un impasse demasiado largo", no quiere volver a su antigua vida. Dice que ahora es más feliz documentando el brutalismo que cuando ganaba mucho dinero y tenía un alto estatus social.

"Los pobres conservan mejor que los ricos. Y los mejores, sin duda, son los chinos, que para mantener la clientela piensan que deben continuar con el estado original de los diseños", explica Calero.

Para Calero, el brutalismo es "una creatividad desbordante hecha de hormigón. El concepto de lo camp llevado a la máxima expresión". Recorre la ciudad sin un plan previo, guiado por su intuición y su amor por este estilo arquitectónico.

Cuando se le pregunta por el futuro, Calero admite que empieza a sentirse un poco cansado. "Llevo cinco años localizando sin parar. En Madrid creo que ya lo he visto todo", reconoce. Sin embargo, no descarta cambiar de década o incluso de ciudad para seguir documentando el brutalismo.

Mientras tanto, su archivo fotográfico sigue creciendo y su pasión por el brutalismo sigue intacta. Calero es el 'salvapatrias' de este estilo arquitectónico, un hombre que ha dedicado su jubilación a rescatar del olvido los vestigios de una época que le marcó.