El humo de los incendios forestales: Un peligro para la salud
Los incendios forestales son una fuente importante de contaminación del aire, y el humo que producen puede tener efectos nocivos para la salud. El humo de los incendios forestales contiene una mezcla de gases y partículas pequeñas que provienen de materiales como la construcción y la vegetación. El humo en grandes cantidades puede generar efectos inmediatos en la salud como:
- Tos
- Dificultad para respirar normalmente
- Ardor en los ojos
- Irritación en la garganta
- Moqueo
- Irritación de los senos paranasales
- Sibilancias y dificultad para respirar
- Dolor de pecho
- Dolores de cabeza
- Ataques de asma
- Cansancio
- Latidos cardíacos acelerados
La exposición al humo por tiempo prolongado puede irritar el sistema respiratorio, agravar enfermedades cardiacas, aumentar el riesgo de infarto de miocardio e ictus y deteriorar enfermedades pulmonares crónicas como el asma, inflamación en pulmones y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Los expertos en salud indican que los daños que puede provocar el humo de un incendio dependerán de la edad, distancia al incendio, tiempo de exposición al humo y características del fuego. No obstante, distinguir los síntomas de un problema de salud por el humo de incendios se complica al ser difícil distinguir entre los efectos de la contaminación atmosférica y el humo de incendios forestales, especialmente porque las afecciones que provoca el humo se producen de forma esporádica y sin previo aviso.
¿Los incendios forestales pueden generar daño en el cerebro humano?
De acuerdo con Adam Schuller, toxicólogo medioambiental de la Universidad Estatal de Colorado en Estados Unidos, indica que los contaminantes del humo por incendios puede llegar al cerebro.
El experto indicó a National Geographic que las partículas contaminantes entran por el tracto olfativo, desencadenando una respuesta inflamatoria en los pulmones que eventualmente invaden el cerebro.
Las partículas que llegan al cerebro dañan las neuronas mediante la acumulación de moléculas nocivas e inestables llamadas radicales libres e interrumpen las conexiones que permiten a las células cerebrales comunicarse.
Nuevas investigaciones también sugieren que la exposición a la contaminación atmosférica durante el embarazo puede aumentar el riesgo de trastornos del espectro autista y el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en el feto en desarrollo.