El cultivo de mijo perenne, una gramínea nativa de África, está ganando popularidad en la región pampeana de Argentina. Este cultivo, caracterizado por su resistencia a la sequía y las heladas, ofrece numerosos beneficios para el sector ganadero.
Beneficios del mijo perenne para la ganadería
El mijo perenne es una pastura de alta calidad y palatabilidad, que proporciona alimento a las vacas desde enero hasta las primeras heladas. Además, su rápido rebrote en primavera permite cubrir los requerimientos nutricionales de las vacas de cría secas o recién preñadas.
La resistencia del mijo perenne a las condiciones climáticas adversas, como la sequía y las heladas, reduce la necesidad de suplementación, lo que se traduce en menores costos de alimentación para los ganaderos.
La incorporación del mijo perenne en los sistemas de cría o invernada contribuye a la estabilidad de los suelos, mejorando su fertilidad física, química y biológica.
Experiencias exitosas en Argentina
En la provincia de La Pampa, el productor ganadero Sandro Grand ha obtenido excelentes resultados con el cultivo de mijo perenne. Comenzando con unas tímidas cinco hectáreas como prueba, hoy posee 200 hectáreas de esta pastura y planea seguir aumentando la superficie sembrada.
Grand destaca la facilidad de manejo del mijo perenne, su bajo costo de mantenimiento y su capacidad para proporcionar alimento verde a las vacas en verano, período crucial para su alimentación y productividad.
Declaración del Año Internacional del Mijo
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) declaró el 2023 como el Año Internacional del Mijo. Este reconocimiento tiene como objetivo fomentar la producción sostenible de este cultivo y destacar su potencial para ofrecer nuevas oportunidades de mercado para productores y consumidores.
El mijo puede crecer en tierras áridas con una cantidad mínima de insumos, lo que lo convierte en un cultivo resiliente a las crisis climáticas que afectan a la Argentina, como las sequías.