La ubicación de 16 nuevos contenedores de basura en la capital madrileña, decidida de manera opaca por el Ayuntamiento de José Luis Martínez Almeida hace tres años, ha generado protestas vecinales. Los resultados han sido desiguales: algunos barrios han logrado impedir su instalación, mientras que otros han sufrido las consecuencias. La lucha vecinal más contundente se ha producido en el barrio de Montecarmelo, situado en el norte de Madrid, junto al monte del Pardo.
El poder adquisitivo marca la diferencia
Montecarmelo es el barrio más pudiente de los afectados por el plan de Almeida. Este poder adquisitivo se refleja en la calidad de las protestas: pancartas serigrafiadas, capacidad para pagar abogados y peritos, e incluso periodistas y empresarios que apoyan la causa.
Los vecinos de Montecarmelo han recaudado cerca de 30.000 euros. En cambio, en barrios obreros como La Elipa, la portavoz de los vecinos contra el contenedor, Pilar Pardo, reconoce que solo han conseguido poco más de 200 euros.
El dinero, una ayuda fundamental
El dinero es un factor determinante en el éxito o el fracaso de las reivindicaciones vecinales. Según Pepe Molina, histórico del movimiento vecinal en Vallecas, en los años sesenta y setenta los barrios populares contaban con el apoyo desinteresado de profesionales como abogados, periodistas o arquitectos. Sin embargo, esta generosidad ha decaído en los últimos años.
Los responsables de la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRVAM) reconocen el daño que ha supuesto esta transformación. "Madrid se ha vuelto más conservadora y esos profesionales se han ido alejando de las necesidades de los barrios", afirma su presidente, Quique Villalobos.
El activismo en los barrios acomodados
En los últimos años se ha producido un auge del activismo en los barrios acomodados. Zonas residenciales tranquilas como Chamberí, Salamanca o Centro ven proliferar las terrazas, las cocinas fantasma y los pisos turísticos, lo que atenta contra su paz.
Mientras tanto, el activismo se ha desinflado en los barrios populares. El envejecimiento de la población y la falta de relevo han debilitado las asociaciones vecinales.
Una promesa rota
En abril de 2023, justo antes de las elecciones municipales, Almeida paralizó 12 contenedores, entre ellos el de Montecarmelo. Su delegado de Urbanismo, Borja Carabante, prometió que solo los retomaría si había consenso con la oposición. Sin embargo, tras las elecciones, el Ayuntamiento recuperó el proyecto sin contar con nadie y en un lugar diferente.
Esta promesa rota ha sido vista como una traición en Montecarmelo, un barrio que vota abrumadoramente al PP.
La suerte de Montecarmelo
Los vecinos de Montecarmelo han tenido también suerte. Un vecino aficionado a la historia, Luis González, intuyó que el contenedor iba a ser levantado en el mismo lugar que una fosa donde yacen 451 brigadistas internacionales que lucharon en la Guerra Civil.
Tras comprobar esta información en los archivos municipales, el Ayuntamiento tuvo que contratar a una empresa especializada que ha obtenido muestras de terreno "altamente compatibles" con la presencia de restos humanos, según reveló EL PAÍS. El Ministerio de Memoria Democrática ha pedido el informe, pero el Ayuntamiento no lo ha entregado.
La exhumación de los cuerpos paralizaría los planes municipales. Tras casi un año de conflicto, aún no se ha puesto una sola piedra del contenedor.
La resignación en La Elipa
En La Elipa, en cambio, los camiones descargan basura 24 horas al día en el contenedor ya finalizado. Pilar Pardo cuenta que el Ayuntamiento les puso una mampara que, en teoría, iba a acabar con el ruido. Pero el sonido se expande por los laterales y por arriba.
"Ya sabemos que nos lo comemos", dice resignada. "Ahora nuestra lucha es cuestión de que insonoricen mejor".