¡El teletrabajo está encogiendo nuestro triángulo de la felicidad!

¿Qué es el triángulo de la felicidad?

El triángulo de la felicidad es un concepto acuñado por una psicóloga de Nueva York que hace referencia a la distancia geográfica entre tres puntos importantes de nuestra vida: nuestro hogar, nuestro lugar de trabajo y nuestros lugares de ocio. Cuanto más pequeño sea este triángulo, más felices seremos.

Aquí está el quid de la cuestión: el teletrabajo borra los límites entre nuestro trabajo y nuestra vida personal, derrumbando efectivamente nuestro triángulo de la felicidad. Y aunque puede parecer una bendición al principio, a la larga puede tener graves consecuencias para nuestro bienestar.

El problema de la soledad

Uno de los mayores inconvenientes del teletrabajo es el sentimiento de aislamiento. Los estudios demuestran que para el 50% de las personas que teletrabajan, la soledad es su mayor queja. Cuando trabajamos desde casa, perdemos el contacto diario con nuestros compañeros, lo que puede provocar sentimientos de aislamiento y soledad.

Implicaciones más profundas

Las implicaciones del teletrabajo van más allá de la soledad. Al eliminar la interacción presencial, también estamos erosionando una parte fundamental de nuestra vida social. Somos criaturas sociales y necesitamos interactuar con los demás para nuestro bienestar físico y mental. Sin embargo, el teletrabajo puede privarnos de estas interacciones tan necesarias.

Además, el teletrabajo puede tener efectos perniciosos similares a las redes sociales. Al igual que las redes sociales, el teletrabajo puede crear una ilusión de conexión mientras, en realidad, nos aísla. Nos refugiamos detrás de nuestras pantallas, mirando fotos retocadas de vidas aparentemente perfectas, mientras que nuestra propia vida social se marchita.

Una llamada a la acción

Es hora de que repensemos el papel del teletrabajo en nuestras vidas. Si bien puede ofrecer flexibilidad y comodidad, también puede tener un precio para nuestro bienestar. Debemos encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar de los beneficios del teletrabajo sin sacrificar nuestra felicidad y nuestras conexiones sociales.

Si no actuamos, corremos el riesgo de convertirnos en una nación de hikikomori, personas que se retiran de la sociedad y viven en aislamiento.