El auge de teorías conspirativas impulsa la carrera de Alvise Pérez
El ascenso del político de ultraderecha Luis Pérez, más conocido como Alvise, ha puesto de manifiesto la creciente influencia de los canales de desinformación y las teorías conspirativas en la política española.
Un ecosistema de mentiras
Alvise Pérez ha encontrado un caldo de cultivo para sus mensajes entre un entramado de canales de Telegram, YouTube y redes sociales que promueven teorías conspirativas de todo tipo, desde la negación de la pandemia hasta la supuesta pedofilia de la ONU.
Uno de los principales impulsores de Alvise ha sido Rafael Palacios, alias Rafapal, un influyente conspiranoico con más de 125.000 seguidores en Telegram. Rafapal ha alabado el "liderazgo natural" de Alvise y le ha dado una plataforma para difundir sus mensajes.
También han contribuido a la difusión de las teorías de Alvise otros canales como La Quinta Columna, Canal 5TV, La Reunión Secreta y Worldcast, que cuentan con cientos de miles de seguidores.
El papel de los medios
La profesora Mariluz Congosto, de la Universidad Carlos III, señala que el éxito de Alvise es una prueba de la "creciente influencia" de los canales de "desinformación" y del contenido basado en la "sospecha".
"Cada vez que los medios y los periodistas pierden la objetividad y el rigor, el entorno conspiranoico gana", afirma Congosto.
Legitimación del pensamiento conspiranoico
El sociólogo Iago Moreno destaca que el contenido de estos canales "legitima toda la lógica" del "pensamiento conspiranoico" al presentar una explicación alternativa a los problemas de la sociedad.
"Alvise se presenta como el "justiciero" que desafía a los poderes ocultos, lo que le permite canalizar a su favor la potencia política de esta constelación de canales", explica Moreno.
Una amenaza para la democracia
El auge de las teorías conspirativas y su infiltración en la política suponen una amenaza para la democracia, ya que erosionan la confianza en las instituciones y promueven la polarización social.
Es esencial que los medios de comunicación y las plataformas sociales tomen medidas para combatir la propagación de la desinformación y promover un debate público basado en hechos y evidencia.