El 18 de julio de 1936, España se ve sacudida por un evento que cambiará su historia para siempre. Ese día, un grupo de militares se levanta en armas contra el gobierno de la Segunda República, desencadenando la Guerra Civil Española. El conflicto, que durará tres años, marcará profundamente el destino del país y dejará cicatrices que aún hoy son visibles.
El levantamiento comienza la noche del 17 de julio en la ciudad de Melilla, en el actual Marruecos. Emilio Mola Vidal, Francisco Franco y Queipo de Llano lideran el movimiento que pronto se extiende a Tetuán y Ceuta. El coronel Juan Yagüe toma la ciudad de Ceuta sin disparar un solo tiro. Antes de que Franco llegue desde las Canarias, gran parte de Marruecos español ya está en manos de los sublevados.
En la península, el levantamiento se extiende rápidamente a ciudades como Sevilla, Valladolid, Burgos y Pamplona. Los golpistas llevaban meses preparando la sublevación, y aunque el gobierno de la República estaba al tanto de sus planes, la situación se complica rápidamente. Las comunicaciones del gobierno pidiendo lealtad a la República generan confusión entre la ciudadanía, pero no logran detener el avance de los sublevados.
En 1936, España está en un estado de alta tensión política y social. El bando republicano defiende el funcionamiento democrático del Estado, basado en la Constitución de 1931, mientras que la facción de la derecha, apoyada por la Iglesia y gran parte del Ejército, busca imponer un Estado totalitario. Los enfrentamientos en Barcelona y Madrid destacan en la defensa republicana, mientras que los rebeldes encuentran apoyo en Navarra, las islas, Sevilla y Castilla y León.
La Guerra Civil Española se convierte en el conflicto más sangriento de Europa desde el final de la Primera Guerra Mundial. Se estima que más de 200,000 personas mueren debido a la violencia, torturas y brutalidades cometidas por ambos bandos. La guerra termina en 1939 con el triunfo de Francisco Franco, quien instaura una dictadura que durará hasta su muerte en 1975.
El final de la guerra lleva a aproximadamente medio millón de personas a huir a Francia, y más de 15,000 republicanos españoles terminan en campos de concentración nazis. Entre 1939 y 1942, otros 25,000 españoles huyen a México, donde son acogidos por el gobierno de Lázaro Cárdenas. La Guerra Civil Española no solo afecta a los combatientes, sino también a toda la población civil, creando una fractura en la sociedad que perdurará durante décadas.
La Guerra Civil Española se ve como un preludio a la Segunda Guerra Mundial, con el régimen franquista alineándose con las potencias fascistas de Alemania e Italia. Durante los tres años de conflicto, los derechos humanos son sistemáticamente violados, con ejecuciones y represalias por ambos bandos.
En palabras del historiador Enrique Moradiellos, "El bando franquista eliminó a 100,000 personas de las que parecía que eran suyas... el bando republicano hizo lo propio con 55,000." La guerra también tiene un impacto económico devastador, con España tardando más de dos décadas en recuperarse.
A pesar de los años transcurridos, las heridas de la Guerra Civil siguen abiertas en la sociedad española. Como señala Martí Marín, del Centro de Estudios sobre las Épocas Franquista y Democrática (CEFID), "La guerra civil tiene que seguir dividiéndonos". Las divisiones políticas y personales aún están presentes, y la memoria histórica sigue siendo un tema de debate.
El 18 de julio de 1936 sigue siendo una fecha de profunda significación en la historia de España. Las cicatrices de la Guerra Civil y la dictadura de Franco son recordatorios de un pasado doloroso que aún influye en el presente. La importancia de recordar y aprender de este capítulo oscuro es fundamental para avanzar hacia una sociedad más justa y reconciliada.