El torrente de agua que mató a nueve personas en un garaje de La Torre (Valencia)
El número 4 de la calle Mariano Borrull, en la pedanía de La Torre de la ciudad de Valencia, donde viven 5.000 vecinos, fue escenario el martes por la tarde de una de las mayores tragedias de la gota fría.
Ocho personas murieron ahogadas en el interior del garaje de este edificio, un inmueble de color rojo oscuro. Algunos vecinos habían bajado para intentar sacar el coche. Otros habían salido de casa y se vieron arrastradas por el agua que entró con una fuerza brutal desde una calle perpendicular.
Este jueves, pasadas las dos de la tarde, unas cintas de la policía municipal cerraban el paso. Grupos de vecinos se movían por la zona sin cesar, sacando barro y objetos inservibles de sus casas, y limpiando las calles. Un agente de policía confirmaba que los cuerpos seguían allí abajo, a la espera de la llegada del equipo forense. El ruido de dos bombas de agua, que sacaban lodo y agua del interior del parking para facilitar el acceso, resultaba ensordecedor.
Además de las ocho víctimas de la calle Mariano Borrull, la alcaldesa de Valencia, María José Català, ha informado de una novena víctima en la pedanía, una mujer que murió ahogada en su casa.
Indignación y críticas
Javier, de 35 años, está casi seguro de que ha perdido a su tía María, de 61, pero no tendrá la certeza hasta que los forenses (los jueces no dan abasto y han delegado en ellos) levanten los cadáveres. “Mi tía, que tiene la movilidad muy reducida y vive al lado, se vino hacia aquí”, cuenta, señalando la calle perpendicular a la del garaje. “Por entonces apenas había agua, pero de repente, le cogió la tromba, a ella y a otra gente que habían salido de sus casas, y los arrastró a todos al garaje”.
Javier no sabe cómo se llamaban las demás víctimas. Pero cree que entre los fallecidos hay un policía local y “una familia entera”. A Jose, un vecino de 31 años que está limpiando su calle de barro y guarda el coche en el mismo garaje, le ha contado un inquilino del edificio que en el momento de la tragedia oyó “a un crío gritando pidiendo ayuda”.
Hay muchas personas indignadas en el vecindario de La Torre (4.800 habitantes), como en el resto de poblaciones del sur de la ciudad de Valencia que han sufrido el salvaje golpe de la gota fría.
Javier afirma con la mandíbula apretada: “Lo peor es que sabían desde el martes por la mañana que esto iba a pasar y avisaron a las ocho de la tarde. Y eso no puede ser. La gente va a trabajar para poder vivir, no para morir. A ver si se enteran de una puta vez en este país”.
El agua, atrapada por las vías del tren
María Carmen Pérez, de 56 años, vive a 20 metros del garaje que se convirtió en una trampa mortal. La vivienda de Pérez, la típica casa vieja de pueblo, está ahora llena de familiares, hijas y sobrinos, que han ido a ayudarla a ella y a su marido, Enrique Alapont, de 67, convaleciente de un ictus, a limpiar la casa.
A Pérez la avisó un amigo de Chiva, con el que estaba hablando por videoconferencia, de que en su pueblo, situado a 30 kilómetros al oeste de La Torre, se acababa de desbordar el barranco. Al cabo de un rato vio que empezaba a haber agua por la calle, y puso fuera de la puerta la típica madera para evitar que se filtrara por bajo. La corriente arrastró el madero enseguida y el agua empezó a entrar en la vivienda.
“Subimos al perro y al gato al piso de arriba, y estábamos empezando a subir cosas cuando la puerta estalló. Primero, la de fuera, que ahora debe estar en la playa, y luego la del recibidor”. Una marca de más de metro y medio de altura por toda la planta baja muestra hasta donde llegó la inundación. Subieron como pudieron al primer piso y allí esperaron hasta que el nivel descendió.
Pérez trabaja de limpiadora en la Universidad de Valencia ―que el martes anuló de forma preventiva las clases―. Su marido, exempleado de banca, afirma: “El problema que tenemos aquí son las vías del tren al final de la calle, que están en alto y forman un muro de más de dos metros. Y eso hizo que se amontonara el agua y formase una piscina”.
La comarca de L’Horta Sud, de la que forman parte La Torre, Paiporta, Picanya, Massanassa y la mayoría de municipios más castigados por la gota fría es muy distinta a L’Horta Nord. Aquí hay industria, viven sobre todo trabajadores, se vota mayoritariamente a la izquierda, y los municipios soportan ―como los barrios del sur de la ciudad de Valencia― toda clase de infraestructuras molestas que ninguna zona querría.