Cómo los candidatos a la Casa Blanca cortejan a los latinos
La comunidad latina de Estados Unidos es grande y poderosa. Los votantes latinos representan una quinta parte del electorado estadounidense, y si llegaran a contabilizarlos como economía, serían la segunda de más rápido crecimiento en el mundo, justo después de China. Lograr el éxito político con esta parte del país es crucial para ganar las elecciones.
Pero, como escribió mi colega Myles McCormick en un muy buen artículo de Big Read en agosto, no todos los votantes latinos son iguales. Hay cubanos republicanos en Florida, evangélicos socialmente conservadores en el Medio Oeste, hay ricos propietarios de pequeñas empresas y personas de clase trabajadora por igual. Si bien, por motivos culturales y de religión muchos se inclinan por el conservadurismo, muchos latinos desconfían de la estrategia de línea dura que plantea MAGA (Make America Great Again) sobre la inmigración. Intentar llegar a este grupo en su conjunto es complicado, así que pensé que me tomaría un momento para exponer lo que pienso sobre cómo le está yendo a cada candidato.
Kamala Harris
Si se analiza el tema desde un punto de escala nacional, parece que Kamala Harris lleva una clara ventaja. En un estudio de Pew de principios de septiembre se encontró que 57 por ciento de los votantes latinos registrados estaban en su bando. Curiosamente, estas personas no votan sobre cuestiones de raza, género o identidad, sino más bien sobre la base de su sensación de que la vicepresidenta es una persona más segura en cuestiones como la economía y la inmigración, así como sobre la idea de que está canalizando el “orgullo” y la “esperanza”, en lugar del “malestar” y la “ira”, como Donald Trump.
Dicho esto, la base latina de Harris es más fuerte entre las mujeres y los jóvenes, de los cuales, muchos de ellos viven en estados azules (demócratas) donde su voto tendrá un impacto electoral menor que en los estados columpio (claves o en disputa) del Medio Oeste, el Oeste y el Sur. También vale la pena señalar que los electores latinos en su conjunto suelen estar menos comprometidos que otros registrados en las elecciones presidenciales.
Donald Trump
Entre los latinos, el mayor atractivo de Trump se encuentra entre los hombres, que pueden inclinarse más a aceptar su visión socialmente conservadora de la familia y su mensaje económico, tanto en términos de cuestiones relacionadas con el costo de vida como de impuestos más bajos y menos regulación. En Arizona, estado al que ambos candidatos viajaron en los últimos días, 57 por ciento de los hombres latinos mayores apoyan a Trump y 51 por ciento de los más jóvenes también lo hace.
De hecho, la estrategia latina del ex presidente es incoherente en el mejor de los casos. Está impulsando cosas como parar y registrar, una estrategia policial que suele dirigirse más a la gente de color, y se presenta a mítines donde parece que ni siquiera conoce a las estrellas pop de minorías que está presentando. Los cortes de pelo gratuitos en Pensilvania y las mesas redondas de pequeñas empresas en Georgia y Nevada (donde los candidatos también estarán en los próximos días) son probablemente una mejor apuesta. Se dirigen más a los votantes latinos masculinos que se preocupan por la economía.
Análisis
Este es un juego de centímetros, como dice el propio director político de Trump, James Blair, y a pesar de las preocupaciones de los demócratas, no está realmente claro para mí que esté ganando mucho terreno, excepto entre los hombres latinos de mayor edad.
Karl Rove, el Svengali político de George W. Bush, fue el primer republicano destacado en argumentar que el hogar electoral natural para los latinos está en la centroderecha. Ya en la primera campaña de Bush para gobernador de Texas en 1994, Rove instó al vástago presidencial a viajar a bastiones tradicionalmente demócratas como El Paso para reducir su ventaja entre los votantes mexicoamericanos.
La lógica de Rove era tan sencilla como revolucionaria: los latinos eran abrumadoramente católicos y culturalmente conservadores; eran trabajadores y emprendedores y eran orgullosamente patrióticos. Eso sonaba mucho a la base de votantes tradicionales del Partido Republicano. A Bush le fue muy bien para un candidato republicano a gobernador en Texas (obtuvo alrededor de 40 por ciento del voto latino) y le fue bastante bien cuando se postuló para presidente de Estados Unidos en 2000 (con una aprobación de alrededor de 35 por ciento).
Parece absurdo trazar una línea recta desde Bush hasta Trump cuando se trata del voto latino. Mientras que Bush cortejó activamente a los mexicoamericanos, Trump llegó al extremo de etiquetar a los inmigrantes latinoamericanos como “violadores” que están “envenenando la sangre de nuestro país”.
Pero algo importante ocurrió en las tres décadas siguientes: la experiencia latina en EU cambió, pasando de ser la de la comunidad inmigrante a una que es más convencional. Los mexicoamericanos de segunda y tercera generación comparten ahora muchos de los mismos instintos políticos de sus vecinos no latinos. Para ellos, las preocupaciones económicas cotidianas son más importantes que los temas que alguna vez se consideraron importantes para la comunidad latina, como la inmigración y los derechos civiles.
Para los que dicen que la economía es el tema más importante, Trump lidera a Harris por un margen de 61-35 por ciento.
Para que Kamala Harris recupere a estos votantes latinos, tiene que hacer lo mismo que ha tenido dificultades para hacer con el resto del electorado: convencerlos de que tiene un plan para controlar la inflación y romper con la Bidenomía.