El juez Juan Carlos Peinado cita a Begoña Gómez el 5 de julio
El procedimiento judicial parece normal, pero la apariencia oculta inquietud. Gómez, esposa del presidente del Gobierno, recibe una citación seis días antes de las elecciones europeas, en las que participa el partido liderado por su marido. La citación aviva las sospechas de corrupción en el sector privado y tráfico de influencias.
Una medida significativa
No se trata de un trámite rutinario, sino de un paso crucial, tanto procesalmente como por su posible impacto político. La coincidencia con las elecciones europeas y el inicio de la investidura de la presidencia de la Generalitat suscita preocupación.
La prudencia cívica, un principio en juego
En casos judiciales que interfieren con hitos políticos, los magistrados suelen optar por una pausa o aplazamiento. El objetivo es deslindar la dinámica de la política de la judicatura y evitar la judicialización de la primera. El principio romano que dicta que la esposa del César no solo debe ser honesta, sino también parecerlo, interpela a los togados.
Imprudencia o algo más
Las acciones del juez Peinado han generado críticas. Algunos lo consideran imprudente, mientras que otros apuntan a una posible parcialidad o interés especial en el caso, lo que iría en contra de la independencia judicial.
Un informe exculpatorio ignorado
El departamento investigador especializado de la Guardia Civil concluyó que no hay indicios de ilegalidad en la conducta de Begoña Gómez. Sin embargo, el juez Peinado parece ignorar este informe, lo que suscita sospechas de una resolución predeterminada.
El desaire al Tribunal Supremo
El juez Peinado ha aceptado sin cuestionar las acusaciones del grupo corrupto Manos Libres, a pesar de que el Tribunal Supremo ha establecido que la mera yuxtaposición de recortes de prensa no es suficiente para iniciar un proceso penal. La Audiencia Provincial madrileña también ha certificado que la acusación contiene datos erróneos y hechos inverosímiles.
Un paralelismo inquietante
Cada paso procesal parece acercar a Peinado a los infames magistrados del caso Dreyfus, quienes cometieron graves errores judiciales.