¿Podrá la democracia estadounidense sobrevivir a una segunda presidencia de Donald Trump? No es una pregunta teórica. El republicano sigue un conocido manual para convertir una democracia liberal en una intolerante. Esta última es una etiqueta para una dictadura, un régimen en el que las decisiones dependen de la voluntad de una persona que en gran medida no rinde cuentas a nadie más.
Ataques a las instituciones democráticas
Trump se apoderó del Partido Republicano y su base electoral lo convenció de respaldar la "gran mentira" de que ganó las elecciones de 2020. La Corte Suprema decidió que un presidente es inmune al procesamiento penal por sus "actos oficiales", una doctrina que, según el jurista británico Lord Jonathan Sumption, lo coloca por encima de la ley y, por tanto, en la práctica, lo asemeja más a un rey que a un ciudadano.
Las nominaciones para dirigir los departamentos de salud, justicia y defensa, así como para dirigir los servicios de inteligencia, han sido descritas como un "ataque de decapitación" por Timothy Snyder, experto en totalitarismo europeo del siglo XX, de la Universidad de Yale. Esto se debe a que su probable incompetencia y malevolencia dañarían el funcionamiento del Estado, y también a que la amenaza de politizar el gobierno federal, incluida la ley, contra el "enemigo interior" afectaría a la democracia.
Reacción potencial
Estas acciones, según Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, autores de "How Democracies Die", son conductas clásicas de aspirantes a autócratas. Pueden generar una reacción negativa entre la opinión pública, que tiene un margen de voto de solo 1,5 puntos porcentuales y nunca ha sido muy popular. Las habilidades de Trump como demagogo populista son excepcionales, pero es posible que al partido le resulte imposible encontrar un sustituto tan carismático en 2028.
Además, la coalición de Trump muestra señales de desmoronarse, ya que los nacionalistas cristianos y los nativistas no son compañeros naturales de los "plutócratas tecnológicos" como Elon Musk.
Papel de las instituciones
Las instituciones de la democracia liberal, en particular las que rigen las elecciones, son cruciales para la supervivencia de la democracia. Los secuaces de Trump y él mismo pueden temer represalias y tener un incentivo para manipular las reglas del juego electoral con la ayuda del poder judicial. Si tienen éxito en trastocar las elecciones nacionales, podría ser el "fin del juego" con consecuencias globales devastadoras.
Conclusión
El futuro de la democracia estadounidense es incierto. Las acciones de Trump y la respuesta de las instituciones y la opinión pública determinarán si la democracia puede sobrevivir a una segunda presidencia de Donald Trump. Sin embargo, la pregunta crucial es hasta qué punto sobrevivirán las instituciones de la democracia liberal, en particular las que rigen las elecciones.