Cuando los noventa eran una fiesta en Valencia

La efervescencia cultural y artística de los años 90 en Valencia se refleja en la exposición "Desmemòria subterrània. Art, música i descaro a la València dels 90" que se inaugura el 6 de febrero en el Col·legi Major Rector Peset.
La comisaria de la muestra, Marisa Giménez Soler, destaca que la exposición no pretende "contar ni resumir todo lo que pasó en la Valencia cultural de los noventa, porque sería tarea imposible", sino dar fe de una efervescencia cultural alternativa que se desarrolló al margen de los cauces convencionales.

La exposición muestra cómo el hervidero de ideas que supuso la Facultad de Bellas Artes, los viejos garitos de los barrios del Carme, Velluters y La Xerea, las salas de conciertos ya desaparecidas como Arena Auditorium y Garage, Gasolinera, La Marxa, Zeppelin, Bésame Mucho, La Edad de Oro o Wah Wah y los espacios culturales alternativos como La Esfera Azul o el Kasal Popular Flora se convirtieron en el epicentro de una escena cultural heterogénea y vibrante.
Músicos, pintores, ilustradores, editores, diseñadores, performers, actores, fotógrafos, cineastas, activistas, agitadores y "maleantes" se reunían en una época en la que las distintas disciplinas de la cultura estaban segmentadas y apenas se relacionaban entre sí, según explica Giménez Soler.
La exposición relaciona el tejido musical con el cómic, el diseño, la fotografía, el cartelismo y el espíritu de los fanzines, destacando publicaciones underground como Fancómic, Kovalsky Fly, 2000 Maniacos o Dirty València, emisoras como Radio Funny y festivales e iniciativas como Memòria Industrial, la Falla experimental, Fanzinerama, Performatori o el Festival Agroerótic.
La muestra se complementa con un audiovisual en el que cincuenta protagonistas de aquellos años cuentan sus recuerdos y anécdotas, y un catálogo con más de una docena de textos firmados por expertos en la materia.

"Una mirada íntima, abstracta, acontecida a trompicones, a salto de mata, exagerada", tal y como describe Marisa, de lo que ocurría en "unas calles baqueteadas de frivolidad y postureo posmoderno donde, sin embargo, socavones devastados exhalaban aún dolientes los restos del naufragio; droga a raudales, prostitución y vómito, mezcolanza de tribus, voces raídas del grunge, ecos electrónicos, música naranja, pop de colores, y el indie como terreno fértil donde acampar y quedarse".
Fuente: Carlos Pérez de Ziriza, El País