María Guardiola, presidenta de Extremadura, continúa ingresada en la UCI tras sufrir una sepsis

La presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, permanece ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario de Cáceres tras serle diagnosticada una sepsis sufrida tras una operación quirúrgica. La dirigente extremeña acudió al hospital el pasado martes tras sentir fiebre y malestar.

Tras las pruebas realizadas, el personal médico determinó que Guardiola sufría un proceso infeccioso y se decidió intervenir en quirófano. En la recuperación posterior a la cirugía, la presidenta sufrió una septicemia, nombre científico de la sepsis, por la que tuvo que ser atendida en la UCI.

Según el comunicado emitido por el Gobierno regional, la evolución de Guardiola es favorable y los médicos podrían decidir su traslado a planta este mismo lunes, donde continuaría con su recuperación. Como recordó el investigador y colaborador de EL ESPAÑOL Eduardo López-Collazo, los casos de sepsis son de extrema gravedad: se producen 48 millones de casos de esta infección generalizada del organismo al año en el mundo y tienen un elevado porcentaje de mortalidad.

¿Qué es la sepsis?

La septicemia se define como una "sobrerreacción del sistema inmunológico del propio paciente frente a una infección que no logra eliminar". El estrés que sufre el organismo en esa fase inicial le deja desamparado para defenderse a continuación.

"Primero tiene una reacción desproporcionada, como si quisiera eliminar una cucaracha usando bombas atómicas. Luego cae en un estado inactivo durante el cual no es capaz de eliminar ni al más inocuo de los patógenos", explica López-Collazo.

El origen de la sepsis puede estar en cualquier tipo de infección, desde meningitis hasta infecciones urológicas. Al detectarla, los facultativos activan el 'protocolo sepsis'. "No sólo se trata de acertar con los antibióticos, también influye la reacción del sistema inmunológico y la inflamación generalizada ante una bacteria invasora", señalan los especialistas.

El principal problema es que los síntomas del comienzo de una septicemia pueden confundirse con los de la infección que la provoca, retrasando así el ingreso. El malestar general y la fiebre son indicios, pero muy especialmente la bajada repentina de la tensión. El diagnóstico de sepsis se confirma con un análisis de sangre para detectar los marcadores de la infección, como la subida de los niveles de ácido láctico.

La sepsis, una amenaza global

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que, con el desarrollo de las bacterias resistentes a los antibióticos, las muertes por infecciones de microorganismos superarán a las del cáncer en 2050.

"Se bombardea mucho sobre el cáncer y otras enfermedades y poco sobre las infecciones, cuyo manejo ahora encima enfrenta el problema de la resistencia a los antibióticos", advierte el jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar, Juan Pablo Horcajada.

Horcajada habla de casos de "sepsis sibilina", en los que la infección pasa desapercibida hasta el fin del proceso. "La mortalidad de la sepsis aumenta cada hora que pasa desde el inicio del cuadro. Y tan sólo un retraso de 24 horas ya puede suponer que un paciente que pudiera haberse salvado fallezca", subraya.

A esto hay que sumar que la sepsis puede producirse en pacientes de cualquier edad, no solo entre colectivos de riesgo como bebés y ancianos, sino también entre jóvenes y adolescentes.

En este sentido, hacerse "el duro" y "aguantar mucho" sería contraproducente, ya que retrasaría el inicio del tratamiento. López-Collazo, por su parte, advierte de los retos pendientes del tratamiento. "El control de la enfermedad no está únicamente en la eliminación del agente patógeno con el uso de antibióticos o antivirales. Se necesita que el sistema de defensa recupere su funcionamiento normal. Esto, aún hoy, en los nuevos años veinte, no sabemos cómo hacerlo".