La riada de Valencia: un evento de magnitud histórica
Las lluvias torrenciales que azotaron Valencia el pasado 29 de octubre provocaron una riada de una magnitud sin precedentes en la región. Los datos recogidos por los expertos apuntan a que se alcanzaron cotas de retorno para 500, 1.000 y hasta 2.000 años.
Caudal y áreas inundadas
El caudal de la rambla del Poyo, uno de los principales cauces afectados por la riada, alcanzó un máximo de 2.282 metros cúbicos por segundo en el kilómetro 337 de la autovía A3. Este valor duplica el previsto para un escenario de retorno de 500 años y supera ampliamente el umbral de 1.200 m3/s establecido en los estudios previos.
Los técnicos de la Confederación Hidrográfica del Júcar estiman que en el tramo entre Torrent y la pista de Silla, el caudal pudo alcanzar los 3.600 m3/s, una cifra excepcional que da una idea de la intensidad de la avenida.
En cuanto a las áreas inundadas, el análisis realizado por Carmen Zornoza, investigadora de la Universitat de València, muestra que la zona afectada abarca casi todas las zonas alrededor del Poyo donde el riesgo era una inundación cada 500 años. Sin embargo, el agua también alcanzó muchas zonas en Torrent, Paiporta, Benetússer, Sedaví y Castellar, donde el riesgo se consideraba inferior.
Influencia del cambio climático
Los expertos advierten que el cambio climático está aumentando la frecuencia e intensidad de los eventos extremos como las riadas. La Confederación Hidrográfica del Júcar estima que los caudales en cuencas pequeñas como la del Poyo pueden ser entre un 30% y un 50% superiores al observado en el pasado, lo que obliga a revisar los periodos de retorno.
La propia riada del 29 de octubre pone de manifiesto la necesidad de analizar si las inundaciones de esta magnitud son menos improbables de lo que se pensaba anteriormente.
"Es posible que estemos hablando de una inundación causada por caudales con periodos de retorno superior a 500 años", explica Carles Sanchis Ibor, investigador de la Universidad Politécnica de Valencia.
Los datos recopilados por los expertos evidencian la magnitud histórica de la riada y la necesidad de revisar los periodos de retorno y las zonas inundables para adaptarse a los nuevos patrones climáticos.