La sepia en salsa Mery, un plato listo para comer que ofrece Mercadona

La sepia es un marisco muy apreciado en la gastronomía española, sobre todo en verano, donde es uno de los siempre presentes en las terrazas de bares y restaurantes. Esta popularidad es la que ha dado lugar a que cada vez se ofrezca en más formatos, como este interesante plato para llevar y listo para comer que podemos encontrar en Mercadona: la sepia en salsa Mery, una salsa tradicional de la gastronomía andaluza.

Un vistazo nutricional

La sepia o jibia (Sepia officinalis) es un molusco cefalópodo decápodo de la familia Sepiidae. Es rica en proteínas, ácidos grasos omega-3, selenio, yodo, fósforo, hierro, potasio, vitamina B12, niacina, riboflavina, vitamina B6 y vitamina E.

Por cada 100 gramos de porción comestible, la sepia proporciona de media 71 calorías, 16,1 g de proteínas y 0,7 g de lípidos totales. Entre los lípidos, contiene 0,2 g de ácidos grasos saturados, 0.1 g de ácidos grasos monoinsaturados y 0,2 g de ácidos grasos poliinsaturados, incluyendo 0,193 g de omega-3 y 0,001 g de ácido linoleico.

El yodo, un oligoelemento esencial

Entre los minerales que encontramos en la sepia, destaca el yodo. De hecho, por cada 100 gramos de sepia hay unos 64 mg de yodo, un oligoelemento esencial para la salud a lo largo de toda la vida.

El yodo es clave para la síntesis de las hormonas tiroideas T3 y T4. Estas hormonas, producidas por la glándula tiroides, influyen en la regulación del ritmo cardíaco, la termorregulación y el metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas.

Además, son esenciales para varios mecanismos metabólicos, el buen funcionamiento celular y del sistema nervioso. Durante el crecimiento, desde la etapa fetal hasta la pubertad, las hormonas tiroideas juegan un papel vital en la formación del sistema nervioso, el desarrollo celular, la regulación del metabolismo basal, el desarrollo muscular y el neurodesarrollo.

Según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), el yodo es especialmente importante durante el embarazo, sobre todo en las primeras 10 a 12 semanas cuando el feto depende totalmente de las hormonas tiroideas maternas.