La tragedia en Paiporta: "La tenía cogida de la mano, pero la corriente se la llevó"
La población valenciana ha sido arrasada por la tormenta. Al menos hay 40 muertos. La gente camina entre el barro que cubre las calles de la localidad, con centenares de coches destrozados y sin agua ni luz.
El temporal más devastador en un siglo
El agua se ha apropiado del territorio en su camino hacia el mar o la Albufera. Víctor estuvo tres horas "enganchado a una valla" la noche anterior. Al menos pudo llamar a su mujer para decirle que estaba bien. Allí, vio cómo otros vecinos se cogían a lo que podían, a los árboles, a las farolas, y vio cómo la fuerza de la corriente de agua se llevaba "las farolas y a las personas". Escuchó gritos de auxilio y desesperación.
Cuando bajó un poco el nivel del agua, pudo marcharse a su casa, un segundo piso, donde no llegó el agua. Ahora, quieren olvidarse un poco del desastre.
Un paisaje desolador en Paiporta
El desastre está por todas partes, allá donde se mire. En la entrada por el polígono industrial se agolpan los coches unos encima de otros, como si fueran de juguete. Las puertas de las naves han sido descuajeringadas, arrancadas violentamente por el agua. Hay guardias civiles, policías locales, militares de la UME y un coche fúnebre. Se ha localizado el cadáver de una joven frente a un huerto anegado. Al menos se han contabilizado 40 muertos en este municipio, situado a unos cuatro kilómetros de Valencia, según ha informado la alcaldesa Maribel Albalat. Seis eran ancianos de una residencia que se inundó. De momento, hay 92 fallecidos en la provincia de Valencia.
Testimonios desgarradores
Ximo, de 57 años, casi se lo lleva por delante, pero pudo encaramarse a una caseta "de esas que ponen para los curritos de la obra". Allí estuvo casi tres horas junto con otras ocho personas. Antes pudo ayudar a una pareja de ancianos y a dos chicas jóvenes que no se quita de la cabeza. Se quedó con el teléfono de una de ellas, y la llamó pero no daba ninguna señal. "Tal vez se mojó", quiere pensar. "La tenía cogida de la mano, pero la corriente, que era muy violenta, bajaba con mucha fuerza, se la llevó", lamenta.
La magnitud de la catástrofe
Las proximidades del barranco del Poyo, que se desbordó y arrambló con una pasarela, sintetizan la magnitud del desastre. El puente con la carretera ha aguantado, gracias a que el paralelo por donde discurren las vías del Metro, muy dañado, sirvió de parapeto. Las vías han saltado en muchos tramos. La estación del metro es un amasijo de hierro formado por los tornos, las máquinas expendedoras y lo que parece un trozo de la chapa de un coche.
Un contraste abismal con la vecina Valencia
Una vez se cruza el puente y se entra en Valencia, el móvil empieza a funcionar de nuevo, no hay problemas de agua, ni de luz; no hay barro, no hay coches destrozados ni amontonados. Un mundo completamente diferente a tan solo unos kilómetros de distancia.