La Casa Blanca da la Bienvenida a la Última Navidad de los Biden con un Mensaje de Paz y Luz

La Casa Blanca, el centro del poder en Estados Unidos, se ha engalanado para celebrar la Navidad con una decoración que transmite un mensaje de paz y conciliación. Esta es la última Navidad que pasarán como anfitriones el presidente Joe Biden y su esposa, la primera dama Jill Biden, antes de que tome el relevo el republicano Donald Trump el próximo mes de enero. Los Biden han aprovechado la decoración navideña para marcar sutilmente las diferencias con la personalidad agresiva de su sucesor.

«Al celebrar nuestras últimas fiestas aquí, en la Casa Blanca, nos guían los valores que consideramos sagrados: la fe, la familia, el servicio a nuestro país, la amabilidad hacia nuestros vecinos y el poder de la comunidad y la conexión», escriben ambos en una carta de bienvenida a los cerca de 100.000 visitantes que acudirán a la residencia presidencial a lo largo de la temporada de fiestas, que comienza este mismo martes. El lema de los festejos será una «Temporada de Paz y Luz», en un llamamiento a la conciliación y a la calma tras la hostilidad electoral.

«En las fiestas, los estadounidenses se reúnen cada año en comunión y fe, recordándonos que somos más fuertes como comunidad que separados. La fuerza de nuestro país y el alma de nuestra nación proceden de vosotros. Que la promesa de esta ‘Temporada de Paz y Luz’ guíe vuestro camino», apuntan los Biden en su mensaje, ya casi una despedida y un drástico contraste con el entusiasmo de otros años, cuando celebraron la reapertura al público de la residencia tras la era de la covid o quisieron rendir un homenaje a los niños estadounidenses y la alegría infantil en estas fiestas.

Unos 300 voluntarios han trabajado durante una semana para colocar las decoraciones navideñas, dominadas este año por el verde, el rojo y el dorado tradicionales de estas fiestas. Un total de 83 árboles decoran las salas y los pasillos de la residencia presidencial, complementados por más 165.000 luces, 28.125 adornos y las figuras de más de 2.200 palomas, el símbolo de la paz con el que los Biden quieren reforzar su llamamiento a la calma y al sosiego en estas fechas. Para elaborar los adornos se han empleado casi tres kilómetros de cinta, según precisa la Casa Blanca.

Las decoraciones incluyen también dulces y comestibles, confeccionados especialmente para la ocasión. Entre ellos está la reproducción tradicional de una Casa Blanca en miniatura realizada en pan de jengibre. Para ella se han utilizado 25 hojas de masa de pan de jengibre, 10 hojas de masa de galletas de azúcar, más de 30 kilos de pasta de azúcar, más de 20 kilos de chocolate, 25 kilos de glaseado y 5 kilos de pasta de goma —un recubrimiento para pasteles y tartas—, que componen una escena de la residencia presidencial nevada, donde los patinadores se deslizan por la explanada de los jardines sur.

Un Recorrido por la Casa Blanca Engalanada

El recorrido por la Casa Blanca engalanada comienza por el Ala Este, bajo la luz de unas estrellas giratorias. Las columnas clásicas del vestíbulo se han transformado, con guirnaldas y luces, en una selva de vegetación exuberante, donde el camino lleva al primero de los árboles navideños: el de la Estrella Dorada, dedicado a las familias de los militares caídos en acto de servicio y formado por seis estrellas ensambladas, que representan a cada una de las ramas del Ejército. Los nombres de los caídos figuran inscritos en ornamentos que penden de los cuatro árboles de Navidad clásicos que acompañan al principal.

La Sala Este, la mayor de la residencia y donde tienen lugar las grandes recepciones y los actos de mayor relumbrón de la Casa Blanca, ha recibido una atención especial. Un dosel reflectante en plata y dorado pende del techo, envolviendo a los presentes y evocando una tormenta de nieve. Dos grandes árboles presiden la estancia, con sus macetas decoradas con siluetas de estadounidenses tomados de las manos. Un Belén napolitano con más de 40 figuras, la mayoría del siglo XVIII, aporta el toque tradicional a la escena.

La Sala Azul acoge el árbol de Navidad oficial. Este año es un abeto de la variedad Fraser de Carolina del Norte, escogido en la zona devastada por el paso del huracán Helene del pasado mes de septiembre. De una altura de 5,5 metros, está rodeado por un tiovivo iluminado, en el que saltan animales navideños y en el que se han inscrito los nombres de los 50 Estados, los territorios y el Distrito de Columbia.

Completan la decoración unas coloridas guirnaldas de cadenas de papel que adornan el comedor de Estado y que fueron elaboradas por las familias de las tripulaciones de los buques militares Delaware y Gabrielle Giffords. En este salón, de los árboles de Navidad penden pequeños autorretratos dibujados por escolares de todo el país, para que los niños pudieran reconocerse también en los festejos. Los dibujos de los niños también aparecen en la Sala Roja, donde bajo el árbol de se han colocado grandes cajas iluminadas de regalos. Y donde palomas blancas envían un mensaje de paz y sosiego.

A pocos metros de allí, en el exterior de la Casa Blanca, continúan los trabajos para levantar las gradas del desfile para la investidura, el 20 de enero, de Donald Trump.

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