Los programas de Vox y Se Acabó la Fiesta (SALF) son difíciles de distinguir

Los programas electorales de Vox y Se Acabó la Fiesta (SALF), la marca del propagandista ultra Luis Pérez (conocido como Alvise Pérez), son muy difíciles de distinguir. Casi miméticos, como sus estrategias trumpistas y sus teorías conspiratorias. Santiago Abascal y sus huestes de Vox las propagan hace tiempo desde las tribunas institucionales y algunos gobiernos de coalición, gracias a la aquiescencia desconcertada del PP de Alberto Núñez Feijóo. Alvise las emitía hasta ahora con megáfonos en sus mítines y por sus redes sociales a miles de incondicionales de las conjuras de todo tipo de fraudes, pucherazos y bulos.

Hace nada esas confabulaciones parecían una anécdota extemporánea, un grano que el sistema se concedía con generosidad democrática. Ahora son ya una amenaza en toda regla institucional, europea y nacional, para el clima político y social del país, pero también para el futuro del PP.

Los peligros de la inmigración, un mantra de Vox

Las consignas sobre los peligros y riesgos de la inmigración y su relación no fundada en datos y estadísticas oficiales con la inseguridad ciudadana eran algo más que un mantra en los actos públicos y discursos de Vox, de su líder, Santiago Abascal, y de cualquiera de sus acólitos.

Alvise y sus seguidores: un odio común

Los seguidores de Alvise, que fue jefe de gabinete del actor Toni Cantó en su etapa de líder de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana, no pasan ningún rubor en defender como la única verdad creíble, frente a los partidos clásicos y los grandes medios, que todo lo que está pasando ahora en España es consecuencia de un sabotaje. O de un fraude electoral.

De lo que tildan como chanchullos en los que mezclan mentiras y sospechas sobre quién estuvo detrás de los atentados del 11-M y acusaciones falsas sobre quién maneja los hilos de la empresa Indra, la compañía que tramita los datos de los votos en las urnas, o el uso de Correos para beneficiar a Pedro Sánchez.

Lo único que les une a todos es el odio al enemigo común: el líder del PSOE.

El PP, a la deriva

El problema con esas facciones ultras es general para Europa, pero en el PP también hay dirigentes que toman nota de la deriva por la que les precipitan.