La incansable búsqueda de Martha: De Puebla a Teuchitlán tras la pista de Carlos
Martha Domínguez Pérez está viviendo una pesadilla que se extiende por más de cinco años. Desde noviembre de 2019, el día en que su hijo Carlos René Rojas Domínguez desapareció mientras viajaba de Nayarit a Puebla, su vida se ha transformado en un angustioso peregrinar. Ahora, impulsada por una mezcla de esperanza y temor, Martha se está preparando para viajar a Teuchitlán, Jalisco, un lugar que jamás imaginó visitar, con la esperanza de encontrar respuestas sobre el paradero de su amado Carlos.
Un viaje truncado y una madre desesperada
Ante la ausencia de noticias, Martha, como muchas madres en su situación, comenzó a buscarlo desesperadamente por teléfono. El silencio fue la primera señal de alarma. La primera llamada entró, pero nunca contestó. La segunda llamada fue al buzón de voz. La angustia la impulsó a dirigirse a la Terminal de Autobuses Coordinados de Nayarit, donde confirmó que Carlos sí había abordado el autobús. Una pista lo ubicó en la Terminal de Autobuses de Guadalajara, pero nadie pudo asegurar si descendió por voluntad propia o fue forzado.
Guadalajara: Un laberinto de incertidumbre
Martha relata que un testigo le informó que Carlos venía tomado en el autobús. «No voy a tapar el sol con un dedo, a mi hijo le gustaba tomar y precisamente porque le gustaba tomar está desaparecido», dice Martha. A pesar de interponer una denuncia, las autoridades no le mostraron los videos de seguridad de la terminal, negándole la posibilidad de obtener una pista crucial.
La esperanza renace en Teuchitlán
Cinco años después de la desaparición de Carlos, Martha se enfrenta a un nuevo rayo de esperanza, aunque teñido de incertidumbre. Esta semana, viajará al rancho Izaguirre en Teuchitlán, Jalisco, un presunto campo de entrenamiento donde se encontraron cientos de prendas de ropa y zapatos pertenecientes a personas desaparecidas. La noticia del hallazgo la estremeció, haciéndola pensar inmediatamente en su hijo.
Martha está viviendo un momento crucial: «Le pido a Dios que no reconozca nada de Carlos, pero al mismo tiempo quiero saber. No puedo vivir con esta incertidumbre». Martha está aprendiendo que en México, las madres que buscan a sus hijos desaparecidos no deben de hacerlo solas. Ella encontró refugio en el Colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, donde mujeres con historias similares han construido una red de apoyo que suple la ausencia del Estado. «Si no estás en un colectivo, no existes para las autoridades», se lamenta.
Un llamado a la esperanza y la perseverancia
A pesar de la inmensa tristeza, Martha se aferra a la esperanza. Habla de Carlos con cariño y nostalgia: «Era un niño alegre, le gustaba bailar, cantar aunque no lo hiciera bien. Cocinaba delicioso». En su décimo viaje a Guadalajara, Martha caminará por Teuchitlán con la esperanza de encontrar una pista, una prenda, una certeza que le permita detener esta búsqueda o, en su defecto, darle la fuerza para continuar.
Su mayor anhelo es encontrar a Carlos, sin importar las circunstancias: «Tengo la esperanza de encontrarlo. Le he pedido a Dios que me lo regrese como esté, si está vivo que me lo regrese, si está muerto, también». La historia de Martha es un testimonio de la resiliencia de una madre y un recordatorio de la crisis de desapariciones que azota México.
- Grupo Milenio. (2024). Sitio web oficial. Recuperado de https://www.milenio.com