Monte Hermoso: Cinco años después, la herida sigue abierta en las residencias madrileñas

Cinco años después del devastador brote de COVID-19 en la residencia de mayores Monte Hermoso en Madrid, la pregunta persiste: ¿podría volver a ocurrir? Este centro, que se convirtió en un símbolo de la tragedia vivida en las residencias durante la pandemia, sigue operando con cambios mínimos, mientras las familias y los trabajadores se enfrentan a la realidad de un sistema que, según muchos, no ha aprendido completamente de sus errores.

El recuerdo imborrable del 17 de marzo de 2020

Rosana Castillo, quien perdió a su madre en Monte Hermoso, recuerda con angustia los días de incertidumbre y la falta de información. «Nos decían que todo estaba controlado, pero la realidad era muy diferente», lamenta. Su testimonio es un reflejo del dolor y la frustración de muchas familias que se sintieron abandonadas durante la crisis sanitaria.

¿Qué ha cambiado en estos cinco años?

A pesar de la conmoción generada por la tragedia, los cambios en Monte Hermoso y en otras residencias de la Comunidad de Madrid han sido limitados. Julián, un gerocultor que prefiere mantener el anonimato por temor a represalias, afirma que «no ha cambiado nada» significativo. La única mejora tangible es la incorporación de un geriatra de enlace, una figura que, según Fernando Flores, presidente de Pladigmare, tiene más una función burocrática que asistencial.

Las medidas implementadas por el Gobierno central y la Comunidad de Madrid para regular las residencias de mayores han generado controversia. El acuerdo estatal, que establece requisitos mínimos para los servicios de dependencia, no fue aplicado en Madrid, donde más del 90% de las residencias son privadas. En cambio, el gobierno de Isabel Díaz Ayuso optó por crear su propia normativa, considerada más permisiva con las empresas.

Comparación de normativas

Miguel Vázquez, expresidente de Pladigmare, critica la normativa madrileña por priorizar los intereses de las empresas sobre el bienestar de los residentes. «En una residencia, lo que se tiene que pensar es cómo hacer que el que recibe el servicio se sienta bien, no cómo le va mejor al que ofrece el servicio», señala.

El futuro incierto de las residencias de mayores

Ante este panorama, la pregunta sobre si podría volver a ocurrir una tragedia como la de Monte Hermoso sigue sin respuesta. Julián, el gerocultor, es pesimista: «Si hubiera otra pandemia, volvería a pasar lo mismo». La falta de personal, la precariedad laboral y la insuficiencia de recursos siguen siendo problemas estructurales que dificultan la atención adecuada a los residentes.

La experiencia, según Julián, es lo único que ha cambiado. Sin embargo, ¿es suficiente la experiencia para evitar una nueva catástrofe? La respuesta parece ser negativa. Se necesita una inversión real en recursos humanos y materiales, así como una regulación más estricta que priorice la calidad de la atención y el bienestar de los residentes. De lo contrario, Monte Hermoso seguirá siendo un símbolo de la tragedia y un recordatorio de lo que no se debe repetir.