Un matrimonio dedica más de tres décadas a sembrar flores de cempasúchil, garra de león y girasoles en Nuevo León
Don Mateo Bautista y doña Dora Saucedo, un matrimonio de la comunidad de La Candelaria en el ejido Rinconada del municipio de García, Nuevo León, lleva más de 35 años dedicados a la producción de flores de cempasúchil, garra de león y girasoles.
Los coloridos campos de flores de este matrimonio son un testimonio de su esfuerzo, trabajo y dedicación, y una invitación al agradecimiento tanto a la naturaleza como a la labor humana.
Estas flores adornan los altares de muertos y decoran las casas de los habitantes de Nuevo León y Coahuila, estados a los que abastecen gracias a su cercanía con los municipios de Ramos Arizpe y Saltillo.
A pesar de su avanzada edad, don Mateo y doña Dora continúan sembrando y cosechando estas flores, una tradición que han heredado de sus antepasados y que esperan mantener viva mientras sus cuerpos lo permitan.
"Sí nos cansamos, pero no nos rajamos, le echamos ganas a la siembra, ¿pero pos’ qué hacemos? Queremos hacer lo mismo y sí lo hacemos, pero ya batallamos", comenta don Mateo.
El matrimonio reconoce que las labores del campo se han vuelto más difíciles con el paso de los años, pero su pasión por las flores los mantiene motivados.
"El año pasado (mi esposo) dijo: ‘Ya no voy a poner tanta flor’, por la sequía y lo que usted quiera. Bueno, pues ahora tiene lo doble, aquí lo doble y harto en el otro terreno, aquí abajo."
Doña Dora agrega que, a pesar de los dolores propios de la edad, se esfuerza por ayudar a su esposo en las tareas de cultivo.
"Yo lo veo a él (cansado) y yo ya no puedo, ya anduve ahí con ellos deshierbando con el azadón, en los surcos, pero me canso", explica doña Dora.
A pocos días de las celebraciones del Día de Todos los Santos y el Día de los Fieles Difuntos, los campos de flores de don Mateo y doña Dora están listos para abastecer a quienes buscan adornar sus altares y sus hogares con estas coloridas ofrendas.
Aunque su producción es familiar y se vende directamente, su trabajo es reconocido por ser único en la comunidad de La Candelaria, donde son los únicos que aún se dedican a la siembra y cosecha de flores y ajo.
Como dice don Mateo, a pesar de todo, con agua o con sequía, ellos seguirán sembrando flores, honrando una tradición que forma parte de la cultura y la identidad de Nuevo León.