Madrid busca savia nueva: Monjas extranjeras al rescate de conventos en declive
En el corazón de Madrid, una transformación silenciosa pero significativa está teniendo lugar tras los muros de antiguos conventos. La disminución de vocaciones religiosas entre las españolas ha llevado a una creciente dependencia de monjas provenientes de Latinoamérica y Asia, quienes están revitalizando estas instituciones y manteniendo viva una tradición centenaria. Sin embargo, esta migración no está exenta de complejidades, generando debates sobre la ética del reclutamiento y las condiciones laborales de estas religiosas.
Un oasis de tradición en el Madrid de los Austrias
En el convento de Las Carboneras del Corpus Christi, ubicado en la calle del Codo, el aroma a pastas de té y naranjines llena el aire. Turistas de todo el mundo se acercan al torno para adquirir estos dulces elaborados por las monjas de clausura, una experiencia que muchos comparten emocionados en sus redes sociales. Sor María Cristina, una de las ocho monjas que residen en el convento, explica a Lucía Franco (2025) de El País: «Hemos venido porque teníamos vocación, y aquí faltaba». De las ocho monjas, cinco son indias y tres españolas, evidenciando la diversidad que caracteriza cada vez más a la vida conventual en Madrid.
El declive de las vocaciones y la búsqueda de soluciones
La necesidad de importar novicias desde la India y Latinoamérica es un reflejo del declive de las vocaciones religiosas en España. Según Ediciones EL PAÍS S.L. (1976), esta tendencia se ha intensificado en las últimas décadas, obligando a muchos monasterios y conventos a buscar alternativas para sobrevivir. Aunque la Iglesia católica no maneja cifras actualizadas sobre el número exacto de monjas extranjeras en Madrid, es evidente que su presencia es cada vez más relevante.
Voces críticas y la sombra del abuso
La llegada de monjas extranjeras no está exenta de controversia. Hortensia López, presidenta de la Asociación Extramuros, una ONG que apoya a religiosos en su transición a la vida laica, denuncia que algunas congregaciones no cumplen con sus obligaciones fiscales con las monjas. «No hay datos exactos de cuántas monjas hay por negligencia de sus superiores», afirma López, señalando la falta de vigilancia y el incumplimiento de las leyes laborales.
Sor Lucía Caram, de la fundación del convento de Santa Clara, se suma a las críticas, advirtiendo sobre la situación precaria en la que se encuentran algunas monjas extranjeras: «No es ético traer monjas de otros países para salvar monasterios». Caram denuncia que muchas de estas religiosas no tienen sus papeles en regla y corren el riesgo de acabar en la calle, incluso en la prostitución. «Esto empezó a finales de los 90. Había personas encargadas de traer monjas indias para mantener estructuras que ya no dan para más. Fue el inicio del tráfico de monjas», concluye Caram.
El debate sobre la vocación y el mercantilismo
José Manuel Vidal, director de Religión Digital, plantea un problema fundamental: «El principal problema es el de desencarnar una vocación que es auténtica y trasplantarla a un contexto y un país que no tienen nada que ver. Esto es mercantilismo aplicado a las estructuras eclesiásticas». Vidal y otros expertos señalan que, en algunos casos, las monjas extranjeras venían buscando la regularización de su situación migratoria, una necesidad que algunas congregaciones aprovechan para ejercer control y obtener obediencia.
La vida cotidiana tras los muros
A pesar de las dificultades, muchas monjas extranjeras han encontrado en los conventos madrileños un nuevo hogar y una forma de vida. Sor Alicia, del convento de las Trinitarias Descalzas, comparte: «Aquí faltaba vocación. Yo formaba parte de la misma federación en mi país, y nos ofrecieron venir a Madrid. Nos dijeron que, si no nos gustaba, podíamos regresar». Tras 15 años en Madrid, Sor Alicia se dedica a hacer bordados para mantenerse dentro del convento, demostrando la capacidad de adaptación y el compromiso de estas religiosas con su vocación.
¿Un futuro incierto?
La situación de los conventos madrileños plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la vida religiosa en España. Si bien la llegada de monjas extranjeras ha permitido mantener abiertas estas instituciones, es fundamental abordar los problemas de explotación laboral y garantizar la dignidad de todas las religiosas. La Iglesia católica se enfrenta al desafío de encontrar un equilibrio entre la necesidad de preservar su patrimonio y el respeto a los derechos humanos. El autor Lucía Franco (2025) de El País concluye que Madrid debe buscar soluciones que aseguren un futuro justo y sostenible para sus conventos y para las mujeres que los habitan.