¿Te ha pasado que vas a otra habitación con un propósito claro, pero al llegar no recuerdas por qué fuiste? Este desconcertante episodio tiene una explicación científica. Según el neurólogo Saúl Martínez-Horta, director del Centro de Diagnóstico e Intervención Neurocognitiva de Barcelona, estos lapsos están relacionados con la memoria prospectiva, que se encarga de recordar nuestras intenciones futuras, como buscar un objeto o realizar una tarea específica.
¿Por qué olvidamos lo que planeábamos hacer?
Estos olvidos, lejos de ser una falla grave de memoria, surgen por la interacción entre atención y saturación mental. Martínez-Horta explica que el cerebro tiende a priorizar nuevos estímulos, dejando en segundo plano la intención original. Este comportamiento, aunque frustrante, es completamente normal y refleja cómo gestionamos la información en un mundo lleno de distracciones.
La razón detrás de este fenómeno se encuentra en los mecanismos de atención involuntaria. Una distracción, ya sea un ruido, un mensaje o incluso un pensamiento repentino, puede interrumpir el proceso cognitivo de planificación. En palabras de Martínez-Horta, «la pérdida de la tarea planificada ocurre porque un nuevo estímulo ocupa el lugar de la orden original».
Esto se agrava cuando factores externos, como distracciones visuales o auditivas, o internos, como la sobrecarga cognitiva y la fatiga, impactan nuestra capacidad de concentración. Así, aunque el cerebro actúa de manera eficiente al priorizar el estímulo más reciente, esta función puede resultar en la momentánea «pérdida» de la memoria prospectiva.
¿Cómo minimizar los olvidos?
Aunque no son motivo de alarma, es posible minimizar la frecuencia de estos olvidos con algunas estrategias sencillas. Reducir los estímulos distractores mientras se realiza una tarea es fundamental. Por ejemplo, apagar la televisión o silenciar el teléfono puede marcar una diferencia significativa.
Además, organizar actividades por prioridades y evitar la multitarea permite que el cerebro se enfoque en una tarea a la vez. Finalmente, es esencial darle al cerebro pausas regulares para prevenir la sobrecarga cognitiva. Estas prácticas no solo ayudan a reducir estos lapsos, sino que también mejoran la productividad y el bienestar mental.
En conclusión, olvidar lo que planeábamos hacer es un fenómeno común que surge de la interacción entre atención y saturación mental. Si bien no es motivo de preocupación, existen estrategias simples para minimizar su frecuencia, como reducir las distracciones, priorizar tareas y darle al cerebro descansos regulares.