La España real no se engancha en la desición de Sánchez
Cinco días de intriga, especulación y nervios precedieron la tan esperada decisión de Pedro Sánchez, pero la España real parece haber permanecido indiferente a esta telenovela política.
Escasa atención en Puente de Vallecas
En el popular barrio de Puente de Vallecas, conocido por su apoyo al Partido Socialista, el ambiente en el bar Ibona horas antes del anuncio era de total apatía. A pesar de la proximidad del gran momento, la clientela continuaba con sus conversaciones y actividades habituales.
Ni siquiera la cuenta atrás mostrada por Telemadrid lograba captar la atención de los parroquianos. La hostelera, Ibona, llegó a apagar el televisor, ante la indiferencia de sus clientes. Un gesto que revela el escaso interés suscitado por el futuro político del presidente del Gobierno.
Reacciones encontradas ante el anuncio
Finalmente, a las 11:00 horas, Sánchez comparecía ante los medios. Su esperado anuncio de mantenerse en el cargo provocó reacciones encontradas.
En el bar Ibona, algunos clientes estallaron en risas, mientras que otros expresaban su enfado. "Este chorizo no se va a ir","¡Cómo va a dimitir? ¡Demasiado bien vive a costa de los demás!", se escuchaba entre los presentes.
Sin embargo, no todos compartían esta opinión. Uno de los clientes, que se había asomado a la puerta para escuchar mejor el anuncio, declaró su satisfacción. "Yo tenía claro que iba a seguir y es lo mejor que podía pasar. El país es como una empresa y el mejor gestor es él".
Indiferencia en las calles
Pese a la relevancia política del anuncio, la vida en las calles de Puente de Vallecas seguía su curso habitual. La detención de un joven por parte de la policía no atrajo la atención de los transeúntes.
En la peluquería Kibe, frente al bar, nadie había comentado nada sobre Sánchez media hora después del anuncio. Una peluquera resumía el sentir general con una pregunta: "¿Y qué ha pasado?".
En definitiva, la esperada decisión de Pedro Sánchez parece haber generado una gran apatía entre la ciudadanía. La España real sigue inmersa en sus propios asuntos, ajena a las intrigas palaciegas de la política nacional.