Robledo Puch: Una vida tras las rejas anhelando el final

Carlos Eduardo Robledo Puch, tristemente célebre como "El Ángel de la Muerte", está expresando un sombrío deseo desde su celda en la Unidad Penitenciaria N°26 de Olmos. A sus 73 años, y tras más de medio siglo de encierro, Puch afirma estar «sufriendo condenadamente» y clama por una muerte asistida que ponga fin a su tormento.

Un historial criminal que marcó una época

Robledo Puch, cuyo apodo macabro resuena aún en la memoria colectiva, fue condenado a cadena perpetua a la temprana edad de 19 años. Entre 1971 y 1972, cometió once asesinatos, además de una violación, dos raptos y diecisiete robos. Sus víctimas, nueve hombres y dos mujeres, fueron ultimadas a sangre fría, a menudo por la espalda o mientras dormían. Estos crímenes conmocionaron a la sociedad argentina y lo catapultaron a la infamia.

El presente de Robledo Puch: Dolor y desesperanza

En la actualidad, Puch está describiendo su día a día como un infierno, agravado por problemas de salud que incluyen hernias, problemas de próstata, cataratas, artrosis, asma, pérdida de masa muscular y dolores crónicos en la columna, cadera y cintura. Esta situación, sumada a la certeza de que nunca recuperará su libertad, lo estaría llevando al límite de su resistencia.

¿Una muerte digna para un criminal?

La petición de Puch abre un debate complejo sobre la eutanasia y la dignidad en la muerte, incluso para aquellos que han cometido actos atroces. ¿Tiene un criminal el derecho a solicitar una muerte asistida? ¿Debe el Estado garantizar ese derecho, incluso si la persona ha sido responsable de la privación de la vida de otros?

El impacto en la sociedad y la reflexión constante

El caso de Robledo Puch sigue generando controversia y debate en Argentina. Su historia es un recordatorio sombrío de la capacidad humana para la crueldad y la violencia. También plantea preguntas difíciles sobre el sistema penal, la rehabilitación y el castigo. A más de 50 años de sus crímenes, "El Ángel de la Muerte" continúa siendo un símbolo de la oscuridad que puede albergar el alma humana, un espejo en el que la sociedad se mira para intentar comprender y prevenir la repetición de tales atrocidades. El debate sobre su destino final, ahora que implora por la muerte, está siendo un reflejo de las contradicciones y dilemas éticos que persisten en la sociedad.