Rovira acusa a Junqueras de intentar pactar con el PSC en Barcelona a sus espaldas
La todavía secretaria general ajusta cuentas con el expresidente de la formación: “Oriol, este proyecto lo comenzamos juntos y aún estamos a tiempo de acabarlo juntos y no divididos”.
Ya con el periodo congresual en marcha, Marta Rovira dejará en breve la secretaría general de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Este lunes se ha despedido de la militancia con un larguísimo informe de gestión en el que ha trufado un rosario de victorias políticas y organizativas con una sobria respuesta a varios de los ataques que en su contra ha vertido en las últimas semanas Oriol Junqueras, el expresidente del partido.
La aún líder interina del partido había opta por guardar silencio ante diversas publicaciones periodísticas y declaraciones del propio Junqueras que, entre otras cosas, la acusaba de tomar decisiones del partido al margen de las estructuras orgánicas del partido. O de estar al tanto de la estructura B que hizo la campaña de los carteles de los hermanos Maragall. El propio expresidente de la formación llegó incluso a denunciar que no se le había dado apoyo material y legal para poder seguir ejerciendo su cargo desde la cárcel.
Rovira ha explicado que da el paso a confrontar directamente a quien fuera su tándem en la dirección al constatar que el relato de la precandidatura de Junqueras para conquistas la cúpula se apoya en “las filtraciones”.
“Y hay que recoser, que no a limpiar”, ha espetado, criticando así directamente la referencia hecha por Junqueras en Olesa de Montserrat el mes pasado sobre cómo mantener la cohesión interna en pleno camino al cónclave de noviembre.
La hasta ahora secretaria general ha sacado pecho de la celebración del referéndum del 1-O, de la consecución de los indultos y la amnistía y no ha obviado la contribución de Junqueras a todos esos logros. En estos 14 años, ha añadido, también se ha profesionalizado la estructura del partido y se ha multiplicado la tesorería por 25. “El 2011 acabó con 7.236 militantes y ahora somos 8.355 pese a las turbulencias del ciclo negativo”, ha apostillado.
Sin embargo, Rovira no se ha limitado a corregir al que fuera su jefe y ha ido más allá. Se ha empleado a fondo para argumentar que han sido él y su entorno y no ella quien deliberadamente ha actuado al margen de los órganos de decisión del partido en la última etapa. “¿También es una estructura B tener un grupo de Whatsapp propio para negociar la amnistía en Madrid? ¿O negociar con Salvador Illa la continuidad de algunos cargos del partido en el Govern? ¿O tener un grupo para activar en redes sociales determinados perfiles del partido? ¿O cerrar las listas a las últimas elecciones al Parlament?”, le ha espetado.
Pero la crítica más dura llegó cuando Rovira hizo referencia a los polémicos pactos alcanzados con los socialistas en las Diputaciones y las negociaciones para entrar al Gobierno de la capital catalana. La llíder interina ha dicho que el pacto en los entes provinciales “se escapó de los ámbitos de decisión del partido”. “No se me explicó ni en términos de gobernanza y de objetivos”, ha lamentado.
La situación fue incluso peor en el acuerdo de Barcelona, ha dicho la secretaria general. La negociación, que sigue pendiente de ser convalidada por la militancia, ha sido una de las situaciones que más ha tensado la dirección, con Junqueras y la jefa de filas en el Ayuntamiento, Elisenda Alamany, “negociando por su cuenta” y forzando una situación que “no tenía el consenso suficiente”.
Rovira ha vuelto a pedir disculpas por los carteles contra los hermanos Maragall y se ha mostrado satisfecha de los mecanismos de investigación interna, aún pendiente de resolver cuatro expediente internos. Esa fue una de las varias ocasiones en que se le rompió la voz. Las llamadas campañas de contraste, ha explicado, han quedado en suspenso a la espera de que la nueva dirección decida si las volverá a usar y bajo qué condiciones.