La oración del Salmo 121: Protección contra el mal

En el vasto océano de las Sagradas Escrituras, los Salmos se destacan como un faro de esperanza, guía y consuelo. Entre estos 150 cantos sagrados, el Salmo 121 ocupa un lugar especial, ofreciendo una poderosa oración de protección contra el mal según la religión cristiana.

Elevando la oración al Protector

El Salmo 121 comienza con una pregunta fundamental: "¿De dónde vendrá mi ayuda?". Esta pregunta resuena en los corazones de los creyentes, anhelando guía y protección en tiempos de necesidad. La respuesta, según el salmista, es clara: "Mi ayuda vendrá del Señor, que hizo los cielos y la tierra".

Esta afirmación infunde confianza en el corazón de los fieles, recordándoles que su protector es el Dios todopoderoso, el creador del universo. Él es una fuente inagotable de fortaleza y seguridad, presente en todo momento, de día o de noche.

Promesa de protección

El Salmo 121 continúa con una promesa reconfortante: "El Señor guardará tu salida y tu entrada, desde ahora y para siempre". Esta promesa de protección divina es un bálsamo para el alma, asegurando a los creyentes que Dios vela por ellos en cada paso de su camino.

La imagen de Dios como una sombra protectora ofrece consuelo y seguridad. Sugiere que los fieles están siempre bajo el cuidado y la vigilancia de su Padre celestial, quien los protege de cualquier peligro o daño.

Texto completo del Salmo 121

Levanto mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi ayuda?
Mi ayuda vendrá del Señor,
Que hizo los cielos y la tierra.
No permitirá que tu pie resbale;
Ni se dormirá el que te guarda.
He aquí, no se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
El Señor es tu guardador;
El Señor es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te fatigará de día,
Ni la luna de noche.
El Señor te guardará de todo mal;
Él guardará tu alma.
El Señor guardará tu salida y tu entrada,
Desde ahora y para siempre.

Conclusión

El Salmo 121 es un recordatorio de la protección constante que Dios ofrece a sus hijos. Es una oración poderosa que infunde esperanza, consuelo y seguridad en tiempos de dificultad. Al elevar esta oración, los creyentes pueden encontrar refugio bajo las alas protectoras de su Padre celestial, confiando en que Él siempre estará con ellos, guiándolos, protegiéndolos y dándoles la fuerza para enfrentar cualquier desafío.