San Norberto, el hombre del norte brillante

Norberto es un nombre masculino de origen germánico cuyo significado es "hombre del norte brillante". Actualmente, en España, 3.571 hombres celebran su santo gracias a San Norberto de Magdeburgo.

El llamado divino

Norberto nació en el año 1080 en Xanten, Alemania, a orillas del río Rin. Su familia estaba relacionada con la casa imperial alemana, siendo su padre Heriberto el Conde de Gennep. En su juventud, fue asignado a la corte del emperador Enrique V, quien le encomendó la tarea de distribuir las obras de caridad del Sacro Imperio Romano Germánico.

El rumbo de su vida cambió tras sufrir un grave accidente a lomos de un caballo. Aunque logró salir con vida, su concepción de la vida cambió radicalmente. Renunció a su puesto en la corte y se encomendó a Dios, profundizando en sus creencias y prácticas religiosas. Regresó a Xanten, donde llevó una vida de penitencia en la Abadía de Siegburg.

Fundación de la Orden Premonstratense

No conforme con el servicio que dedicaba a Dios, Norberto fundó la Abadía de Fürstenberg y poco después fue ordenado sacerdote. En el año 1119, durante el Concilio de Reims, el Papa Calixto II le pidió expresamente la fundación de una orden religiosa en la diócesis de Laon. Así, Norberto fundó la Abadía de Prémontré, acogiendo a 40 miembros en su comunidad al cabo de su primer año de existencia.

Obispo de Magdeburgo

En 1126, Norberto fue elegido obispo de Magdeburgo, dedicando el resto de sus días a reformar la vida cristiana y evangelizar las poblaciones vecinas. Trabajó incansablemente por la renovación de la Iglesia, promoviendo la pobreza, la castidad y la obediencia entre el clero y los laicos.

San Norberto falleció el 6 de junio de 1134 en Magdeburgo, dejando un legado de santidad y servicio a la Iglesia. Fue canonizado por el Papa Gregorio XIII en 1582.

Su legado

San Norberto es un ejemplo de entrega y dedicación a Dios. Su vida nos enseña que incluso en medio de las dificultades, podemos encontrar nuestro propósito y vocación. Su orden, los Premonstratenses, continúa su misión de predicar el Evangelio y servir a los necesitados.