Satán: El arma para zanjar debates sin argumentos

En el siglo XXI, el periodista valenciano Javier Cavanilles afirma que Satán debería estar "embalsamado". Sin embargo, la figura del príncipe de las tinieblas sigue viva, según las representaciones canónicas.

Satán en la política

Políticos como Putin, Vox, Maduro y Trump utilizan a Satán para sus discursos. Putin afirma luchar contra los valores satánicos de Occidente, Vox habla de sotas de bastos con aspecto satánico, Maduro denuncia un pacto satánico entre la líder opositora María Corina Machado y Elon Musk, y Trump cuenta con una legión de profetas en internet que creen que es un enviado de Dios.

Para Cavanilles, pocas formas son más efectivas para zanjar un debate sin argumentos que acusar al otro de estar al servicio del Señor del Mal.

El origen del Mal

La encarnación del Mal surge entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Sirve para dos fines: convertirse en víctima atribuyendo intenciones satánicas al enemigo y justificar el mal realizado en la lucha contra Lucifer.

Cavanilles explica que el Cristianismo racionaliza el Mal. El dios del Nuevo Testamento es esencialmente bueno y Satán es su "cara B". Su aparición en los evangelios y el Apocalipsis de San Juan responde a una de las primeras conspiraciones globales: la existencia de la Sinagoga de Satán.

Satán: de figura religiosa a símbolo de rebeldía

Satán ha dejado de ser una construcción religiosa para aparecer en la calle, donde la gente lo hace suyo. El "Paraíso perdido" de John Milton sienta las bases del ángel caído, y con Nietzsche nace el satanismo como filosofía.

Cavanilles diferencia dos tipos de satanismo: el religioso, que adora al Satán de la Biblia, y el humanista, que lo encaja en la cultura pop y se afianza en el aspecto rebelde del demonio.

The Satanic Temple: una reacción contra las imposiciones religiosas

En 2013 nace en Estados Unidos The Satanic Temple, una asociación encabezada por Lucien Greaves, de la que Cavanilles es miembro. Es una reacción contra las imposiciones religiosas y una crítica a las estructuras de control, que aboga por la separación entre Iglesia y Estado.

Defienden la libertad de culto, el pago de impuestos por parte de la Iglesia y la erradicación de la religión de los centros públicos de enseñanza. Cavanilles afirma que, frente a la ola ultraconservadora, Satán es la mejor opción para los buenos.