Descubre el arte de la siesta perfecta para potenciar tu bienestar

La duración ideal: la clave para evitar efectos no deseados

Uno de los aspectos más importantes a considerar es la duración de la siesta. Kilkenny (2024) enfatiza que una siesta corta, de entre 15 y 20 minutos, entre la 1 y las 3 de la tarde, está siendo ideal para aumentar la concentración y el estado de alerta. Sin embargo, exceder este tiempo puede resultar contraproducente, provocando lo que se conoce como inercia del sueño, una sensación de desorientación y somnolencia al despertar.

El lugar perfecto: comodidad por encima de todo

Otros expertos están coincidiendo en que la cama puede ser demasiado tentadora y fomentar un sueño prolongado. El sofá, en cambio, ofrece un punto medio ideal: lo suficientemente cómodo para relajarse, pero no tanto como para caer en un sueño profundo.

El entorno ideal: creando el ambiente perfecto

El entorno juega un papel fundamental para conciliar el sueño y asegurar una siesta reparadora. Según Kilkenny (2024), la habitación debe estar a una temperatura agradable y con poca luz. Un ambiente demasiado caluroso, frío o iluminado puede dificultar el proceso de dormir.

Incluso la ropa que usamos puede influir. Se recomienda optar por prendas sueltas y cómodas, evitando botones o cinturones que puedan interferir con la relajación.

Cafeína: ¿aliado o enemigo de la siesta?

Aun así, para no alterar el sueño nocturno, se recomienda evitar el consumo de cafeína al menos seis horas antes de ir a dormir.

Señales de alerta: cuándo la siesta se convierte en un problema

Si la necesidad de dormir una siesta se vuelve constante e intensa, podría ser señal de un problema mayor. Kilkenny (2024) advierte que «si alguien realmente necesita una siesta diaria, probablemente no está durmiendo bien por la noche». En estos casos, es importante consultar con un médico para descartar posibles trastornos del sueño.

En resumen: