Un tejón se ha instalado en el jardín de una vivienda en Cataluña, España, dejando un rastro inequívoco de su presencia con los numerosos agujeros que ha excavado en el terreno. El propietario de la casa, el periodista Ramón Besa, relata en el diario El País su experiencia conviviendo con este animal salvaje.
El jardín invadido
“Tenemos un tejón en casa. No es que viva con nosotros, ni que haya encontrado acomodo en el sótano, tampoco que le tengamos retenido y mucho menos escondido. Ni siquiera le hemos visto o, mejor dicho, conocido, aunque sabemos de su presencia porque a menudo acostumbra a dejar un rastro inequívoco en el jardín”, escribe Besa.
Las visitas del tejón son cada vez más frecuentes, lo que ha llevado al propietario a buscar una solución consensuada con la administración municipal. El alcalde, que también es jardinero, se ha mostrado dispuesto a colaborar para encontrar una manera de disuadir al animal sin dañarlo.
Métodos de disuasión
Las opciones que se están barajando incluyen la colocación de barreras físicas, como una valla o un cercado eléctrico. Sin embargo, el temor a provocar un daño al tejón ha llevado a descartar la posibilidad de colocar una trampa.
“La acción de colocar una trampa queda por ahora descartada por el daño que puede causar al animal antes de ser liberado y se imponen medidas menos agresivas”, explica Besa.
El consejo de un experto
El periodista ha consultado con su amigo Jacinto Antón, naturalista y experto en animales, quien le ha proporcionado información sobre los hábitos del tejón. Antón asegura que se trata de un animal “muy bonito y simpático, agradable de ver” y destaca su habilidad para escalar y excavar.
“Son valientes, pero solo muerden cuando se sienten amenazados”, afirma Antón. “¡Ah! y es de los mamíferos —no nosotros— que tiene un hueso en el pene, igual que los murciélagos”.
Una difícil convivencia
A pesar de la fascinación que siente Besa por los animales salvajes, reconoce que la presencia del tejón en su jardín está poniendo a prueba su paciencia.
“Igual la solución es ahuyentarlo y que se vaya lejos para así añorarle. Veremos. Nunca había vivido y dormido con un tejón”, concluye.