El jardín invadido
“Tenemos un tejón en casa. No es que viva con nosotros, ni que haya encontrado acomodo en el sótano, tampoco que le tengamos retenido y mucho menos escondido. Ni siquiera le hemos visto o, mejor dicho, conocido, aunque sabemos de su presencia porque a menudo acostumbra a dejar un rastro inequívoco en el jardín”, escribe Besa.
Las visitas del tejón son cada vez más frecuentes, lo que ha llevado al propietario a buscar una solución consensuada con la administración municipal. El alcalde, que también es jardinero, se ha mostrado dispuesto a colaborar para encontrar una manera de disuadir al animal sin dañarlo.
Métodos de disuasión
Las opciones que se están barajando incluyen la colocación de barreras físicas, como una valla o un cercado eléctrico. Sin embargo, el temor a provocar un daño al tejón ha llevado a descartar la posibilidad de colocar una trampa.
“La acción de colocar una trampa queda por ahora descartada por el daño que puede causar al animal antes de ser liberado y se imponen medidas menos agresivas”, explica Besa.
El consejo de un experto
El periodista ha consultado con su amigo Jacinto Antón, naturalista y experto en animales, quien le ha proporcionado información sobre los hábitos del tejón. Antón asegura que se trata de un animal “muy bonito y simpático, agradable de ver” y destaca su habilidad para escalar y excavar.
“Son valientes, pero solo muerden cuando se sienten amenazados”, afirma Antón. “¡Ah! y es de los mamíferos —no nosotros— que tiene un hueso en el pene, igual que los murciélagos”.
Una difícil convivencia
A pesar de la fascinación que siente Besa por los animales salvajes, reconoce que la presencia del tejón en su jardín está poniendo a prueba su paciencia.
“Igual la solución es ahuyentarlo y que se vaya lejos para así añorarle. Veremos. Nunca había vivido y dormido con un tejón”, concluye.