El 'Monstruo de los cañaduzales', Manuel Octavio Bermúdez, quien recientemente falleció en un tiroteo durante un traslado del Inpec, era un admirador confeso de Luis Alfredo Garavito, el tristemente célebre asesino en serie colombiano.
Su admiración por Garavito
La abogada penalista y criminóloga Mariluz Mayorga, quien conoció a Bermúdez, expresó su temor por los niños y niñas ante la presencia de un individuo con tales características, quien a pesar de su apariencia desaliñada y lenguaje soez, no ocultaba su falta de remordimiento.
Según el psicólogo forense Belisario Valbuena, Bermúdez era un individuo más básico que Garavito, con menos control de sus impulsos y habilidades cognitivas.
Rafael Poveda, periodista que entrevistó a ambos criminales, relata que Bermúdez buscaba constantemente la aprobación de Garavito, preocupándose por su imagen personal y su comportamiento.
La protección de Garavito
Expertos afirman que Garavito contaba con protegidos en prisión, entre ellos Bermúdez, quien lo admiraba y siempre anhelaba su aprobación.
Poveda destaca la labor de los investigadores Jairo Abadía y Carlos Gómez del CTI por perseguir a estos monstruos y llevarlos ante la justicia.
El legado de dos asesinos
El fallecimiento de Bermúdez y la muerte previa de Garavito dejan un legado de terror y dolor. Sus crímenes impactaron profundamente a la sociedad colombiana, dejando un recordatorio de la importancia de proteger a los niños y combatir la violencia.