Alemania, la mayor economía de Europa, se aferra al dinero en efectivo y se resiste a adoptar los pagos digitales. Este apego a las monedas y billetes se debe en gran medida al profundo deseo de privacidad entre los alemanes.
Culturas de pago en Alemania
Los alemanes tienen una gran pasión por el pago en efectivo. Según una encuesta del Banco Central Europeo, el 69% de los alemanes afirma que el dinero en efectivo es "importante" o "muy importante" para ellos. Esta preferencia es especialmente fuerte entre las personas mayores, las personas con bajos ingresos y las personas con bajo nivel educativo. Incluso en Austria, el amor por los billetes y las monedas parece ser aún mayor.
Salir a tomar algo en Alemania a menudo implica pasar primero por un cajero automático. El cartel de "Sólo efectivo" es habitual en la entrada de muchos establecimientos, especialmente en algunas zonas de Berlín y en el rico estado federado de Baviera.
Razones para el apego al efectivo
Existen varias razones por las que los alemanes se aferran al efectivo. En primer lugar, valoran su privacidad. No quieren que los bancos u otras entidades tengan acceso a información sobre sus hábitos de gasto.
En segundo lugar, a muchos alemanes les preocupa el coste de aceptar tarjetas. Las comisiones que cobran los bancos por transacción pueden ser elevadas, especialmente para las pequeñas empresas. Además, existe una cuota mensual por el alquiler de los terminales de pago.
En tercer lugar, algunas empresas utilizan el efectivo para evadir impuestos. La llamada "caja B" es una práctica común en la que las empresas ocultan ingresos para evitar pagar impuestos.
El descenso del efectivo
A pesar de la persistente preferencia por el efectivo, su uso está disminuyendo gradualmente en Alemania. El año pasado, los alemanes utilizaron su tarjeta bancaria o su teléfono inteligente una media de 284 veces para realizar compras, lo que supone un aumento de casi el 5% respecto al año anterior.
Este cambio se debe en parte a la comodidad de los pagos digitales. Las tarjetas y los teléfonos inteligentes permiten realizar transacciones rápidas y sencillas, sin necesidad de llevar efectivo.
Además, el gobierno alemán está presionando para que se establezcan límites máximos para el efectivo. Esto tiene como objetivo reducir el uso de la "caja B" y otras prácticas de evasión fiscal.
Conclusión
Alemania sigue siendo un bastión del efectivo, pero su uso está disminuyendo gradualmente. A medida que los pagos digitales se vuelven más convenientes y seguros, es probable que el efectivo siga perdiendo terreno en los próximos años.
"Para los alemanes, el efectivo sigue siendo un medio de pago importante", afirma Markus Ampenberger, experto en operaciones de pago.