El impacto arancelario de Trump en la industria automotriz europea
La imposición de aranceles del 25% por parte del gobierno de Donald Trump está generando ondas de choque en la industria automotriz europea. Este gravamen no solo está afectando a las grandes marcas como Volkswagen, Mercedes-Benz o Audi, sino que también está impactando a una vasta red de proveedores y fabricantes de componentes que conforman la espina dorsal de este sector. Según Sernauto, la asociación española que representa al sector, aproximadamente el 75% del valor de un vehículo reside en esta intrincada red de fabricantes.
Este arancel está actuando como una bomba de racimo, golpeando a empresas españolas como Gestamp, Cie Automotive, Antolin o Teknia, a firmas francesas como Valeo o Forvia, e incluso a compañías norteamericanas con plantas en Europa como Lear Corporation y BorgWarner. Estas empresas, encargadas de fabricar desde asientos hasta inversores de corriente, están ahora enfrentando un panorama de incertidumbre y posibles pérdidas económicas.

La complejidad de la cadena de suministro automotriz
La industria automotriz se caracteriza por su interconexión y globalización. «La cadena de suministro es muy compleja», explica José Portilla, director general de Sernauto. «Ningún país fabrica un coche completamente por sí solo. Los componentes viajan de un lado para otro, e incluso entran y salen en ocasiones varias veces de un país para procesos de maquila», añade Portilla.
Esta búsqueda constante de eficiencia de costes, especialización tecnológica y acuerdos comerciales ha llevado a la creación de una red intrincada donde los componentes cruzan fronteras múltiples veces antes de llegar a su destino final. Esta complejidad hace que los aranceles tengan un impacto desproporcionado, afectando a múltiples actores en diferentes países.

El temor a una guerra comercial y sus consecuencias
Portilla también expresa su preocupación por una posible respuesta europea a los aranceles estadounidenses, que podría traducirse en la imposición de tasas extra a componentes procedentes de EE. UU. para coches fabricados en Europa. «Abogamos por una solución negociada y diplomática entre EE. UU. y la UE, para evitar una escalada y guerra comercial que no beneficia a nadie, encarecerá los componentes y el precio final de los vehículos, y mermará la competitividad de la industria globalmente», señala.
Una guerra comercial de esta magnitud podría tener consecuencias devastadoras para la industria automotriz, con un aumento en los costes de producción, una disminución en la competitividad y una posible pérdida de empleos.
España como actor clave en la industria de componentes
España ocupa una posición destacada en el ámbito de los componentes automotrices, siendo el cuarto productor de Europa. Aunque en 2025 España no fabricará coches con destino a EE. UU., sí exportó piezas por valor de 1.021 millones de euros el año anterior, convirtiendo a EE. UU. en el octavo comprador mundial de piezas de automoción españolas.
Según Donia Razazi, experto en industria de la consultora Ayming, «existe un riesgo real de destrucción de empleo. Los proveedores españoles de componentes comercializan indirectamente piezas por valor de 4.300 millones de euros a Alemania, que es sin duda el país de la UE que más se verá afectado [por los aranceles]». Razazi advierte sobre el riesgo de traslado de producción a EE. UU. si los aranceles se convierten en una medida estructural.
La posible alianza entre Europa y China
Ante la hostilidad de EE. UU., Europa podría estrechar sus lazos con China, país al que la Comisión Europea ya impuso aranceles extra por el dopaje estatal de la industria automovilística. Gregorio Serrano, senior advisor de Movilidad Sostenible, Segura y Conectada de EY España, sugiere que «las marcas chinas pueden encontrar una oportunidad en el mercado europeo, tanto para incrementar las ventas de vehículos eléctricos y electrificados, que no han parado de crecer y lo seguirán haciendo en los próximos años, como para establecer fábricas en suelo europeo».
Esta colaboración podría traducirse en nuevas inversiones productivas en suelo europeo, generando empleo y compensando la posible pérdida de puestos de trabajo causada por los aranceles estadounidenses. Sin embargo, Razazi advierte que «se desconoce hasta qué punto Trump mantendrá las medidas impuestas, y su disposición a una negociación razonable».
Conclusión: Un futuro incierto para la industria automotriz
El futuro de la industria automotriz europea se presenta incierto ante la imposición de aranceles por parte de EE. UU. La posible escalada de una guerra comercial, el riesgo de destrucción de empleo y la necesidad de replantear las relaciones con China son solo algunos de los desafíos que enfrenta este sector. La búsqueda de una solución negociada y diplomática se antoja crucial para evitar un impacto devastador en la economía europea.