Chicharros SA: suben como la espuma ante el alza de la renta variable
Los valores más revalorizados del mercado son cotizadas que valen menos de 100 millones de euros y que carecen de seguimiento por parte de los análisis
La tendencia alcista de la renta variable, en un año marcado por temores de recesión y otra serie de riesgos, se ha apoyado en los grandes valores, tanto en España como en Europa y Estados Unidos. Han sido los catalizadores de los máximos marcados (en casi todos los casos históricos, no así en el Ibex 35) por los índices bursátiles, sobre una base de resiliencia económica y relajación monetaria. Pero el mundo no se acaba en los blue chips (grandes valores). Y, mientras determinados gestores de fondos y algunas firmas de análisis ponen el foco en los valores de pequeña capitalización como vía para comprar Bolsa a precios más atractivos, hay un último escalón dentro del mercado que ofrece rentabilidades (y riesgos) de alto voltaje. Este nutrido grupo de pequeños valores ha subido como la espuma y son conocidos en la jerga financiera como chicharros.
Valores muy baratos y con escasa liquidez que experimentan fuertes oscilaciones. En momentos en los que la tendencia alcista recorre las Bolsas, estos valores pueden multiplicar las ganancias de los índices. Pero al igual que suben también pueden bajar. A falta de dos meses y medio para el cierre del ejercicio, en el universo de cotizadas españolas hasta seis firmas cuyas acciones valen menos de un euro pero doblan e incluso multiplican cinco ganancias de la Bolsa española en el año.
Nyesa lidera las ganancias
Con una subida del 75% Nyesa lidera las ganancias en el continuo. Las acciones de la compañía apenas valen 0,01 euros y su capitalización se limita a los 8,36 millones. Una dimensión irrisoria que abre la puerta a grandes oscilaciones con operaciones de apenas unos miles de euros. A modo de ejemplo, el jueves la compañía bajó un 8,51% con apenas 343.344 euros de negociación. Con más de 70 años de historia, los últimos 20 han estado marcados por el concurso de acreedores al que se vieron abocadas muchas empresas con el estallido de la burbuja inmobiliaria. La compañía espera abandonar esta situación en mayo de 2026, fecha en la que tiene previsto el primer pago del reconvenio.
Pescanova y Ezentis, entre las más alcistas
La tercera cotizada que más sube de la Bolsa española es Pescanova, una firma cuya capitalización no alcanza ni los 10 millones de euros y cuya historia está marcado por el escándalo: la vieja Pescanova sube un 64,4%, pero poco tiene que ver con la empresa de décadas atrás. Asfixiada por la deuda y sin capacidad de que los bancos le prestaran más dinero, en 2013 Pescanova solicitó el preconcurso de acreedores. Dos años después en 2015 nació Nueva Pescanova. Con el nacimiento de la nueva firma, la vieja compañía se ha quedado reducida a una mera sociedad que invierte en el nuevo grupo: con la ampliación de capital que pilotó Abanca hace más de tres años ha diluido su participación al 0,34%.
A cierta distancia de se cuela Ezentis, que sube un 39,8%. La firma especializada en la instalación y mantenimiento de infraestructuras tecnológicas y energéticas volvió al mercado en enero: culminada su reestructuración y la reducción de capital la CNMV levantó la suspensión que pesaba sobre la compañía desde diciembre de 2022. Sus acciones apenas valen 0,13 euros y su capitalización roza los 60 millones.
Riesgos de invertir en chicharros
Los analistas recuerdan que la inversión en estas compañías se caracteriza, en su mayoría, por su marcado perfil especulativo. Su cotización es muy sensible a los rumores y su reducida liquidez es un riesgo que hay que tener en cuenta. En los momentos de nerviosismo, los inversores que quieren deshacer su participación podrían verse atrapados al no encontrar comprador. Los bajos precios pueden provocar, además, que los grandes inversores pueden amasar grandes cantidades de acciones para hacer subir de forma artificial la cotización y una vez que han conseguido los retornos deseados se desprenden de ellas, llevando a las firmas a pérdidas. Una práctica conocida en el mundo anglosajón como pump and dump (inflar y tirar).
Otro de los riesgos de estas cotizadas es que carecen de seguimiento por parte de las firmas de análisis. A la hora de invertir, el análisis que recoja los fundamentales y el funcionamiento de cómo operan las empresas es clave. La entra en vigor de la directiva Mifid en 2018 dejó huérfanos de recomendaciones a los pequeños valores. La ley obliga a desglosar el coste para el cliente de las operaciones de compraventa y de los informes de análisis.
Estas compañías tampoco son aptas para los gestores value. Es decir, aquellos que invierten en firmas que están infravaloradas, pero que esconden un alto potencial de crecimiento a largo plazo. Además de cumplir estas características las cotizadas que componen la cartera de los fondos value requieren de una capitalización mínima que está lejos de la registrada por los chicharros. Las empresas objeto de la inversión valor son mucho más estables. Suelen operar en sectores maduros, tienen más visibilidad de resultados y en general suelen contar con mayores barreras de entrada.