La crisis demográfica golpea a España: casi un millón menos de españoles en edad de trabajar en seis años

El invierno demográfico ha llegado a España, con consecuencias alarmantes: según el Instituto Nacional de Estadística (INE), desde enero de 2019, el país ha perdido cerca de 930.000 personas nacidas en España en edad de trabajar, es decir, entre 20 y 64 años. Sin embargo, esta pérdida de capital humano se ha visto compensada con creces por la llegada de extranjeros: en las mismas edades, el colectivo de nacidos en el extranjero aumentó en unos 2,1 millones durante el mismo periodo.

El envejecimiento de la población española avanza lentamente pero inexorablemente, redibujando el funcionamiento de la economía. En 2024, según la Encuesta de Población Activa, de los 468.000 puestos de trabajo creados, solo 59.000 fueron ocupados por nacionales. El 88% del empleo generado el año pasado se debió a trabajadores extranjeros o de doble nacionalidad, lo que refleja el auge del empleo inmigrante en España.

El envejecimiento de la población: un reto con múltiples consecuencias

El envejecimiento de la población conlleva numerosos desafíos: mayores bajas laborales, colas más largas en los servicios sanitarios, menor movilidad laboral y menor productividad. También afecta a los tipos de trabajo que se pueden desarrollar, aumentando la necesidad de formación para prolongar la vida laboral.

El consumo se reduce a medida que las personas se acercan a la jubilación, lo que disminuye la demanda de productos que requieren una inversión importante. A su vez, el envejecimiento impacta en la fiscalidad, ya que el menor consumo reduce los ingresos por IVA y aumenta el patrimonio acumulado. Por último, plantea retos de primer orden para financiar las pensiones.

La inmigración: un respiro para la economía

La entrada de inmigrantes se ha convertido en esencial para paliar el declive demográfico en España. Los inmigrantes están sosteniendo el mercado laboral: de los 1,9 millones de empleos creados desde finales de 2019, 540.000 son nacionales, 850.000 extranjeros y 500.000 tienen doble nacionalidad. Los trabajadores de origen extranjero representan el 70% de la ocupación generada en el último lustro.

Se estima que la contribución de los inmigrantes al PIB supera los 60.000 millones de euros. Esto explica, en parte, el crecimiento diferencial de la economía española respecto a la atonía de la zona euro.

Una economía que crece a base de incorporar efectivos tiene varias ventajas: genera más recaudación, lo que permite financiar las pensiones y la deuda; aumenta los ingresos de las empresas y atrae mayor inversión; y facilita los ajustes económicos al congelar gastos y salarios para recuperar la competitividad.

Los retos de la inmigración

Si bien la inmigración ofrece ventajas, también plantea retos. Es esencial atender las necesidades de vivienda, evitar la creación de guetos y mejorar la educación y la formación para dar oportunidades a las segundas generaciones. También es necesario adaptar la formación de los inmigrantes a las necesidades del mercado laboral.

El éxito de este modelo de crecimiento, impulsado por el envejecimiento de la población, dependerá en gran medida de cómo se aborden estos retos.

En un mundo en constante cambio, la inmigración se ha convertido en un factor crucial para el crecimiento económico y el bienestar social. Es esencial que España abrace este fenómeno y gestione sus retos de manera efectiva para aprovechar al máximo sus beneficios.

- Antonio Maqueda, periodista de El País