Dudas sobre la capacidad de Biden y Trump para liderar a EE. UU. en un mundo incierto

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos enfrentan a dos figuras con capacidades cuestionables para enfrentar los desafíos actuales del país y del mundo. Es preocupante que la presidencia de la principal potencia mundial y líder indiscutible de Occidente se dispute entre el Sr. Biden y el Sr. Trump. El primero, con evidentes limitaciones físicas y cognitivas; el segundo, un convicto con un claro deseo de venganza y tendencias autoritarias.

Las candidaturas de ambos reflejan una profunda crisis en la sociedad estadounidense. Resulta alarmante y adquiere gran relevancia en un mundo inmerso en una nueva Guerra Fría que determinará el orden internacional a mediano y largo plazo.

La economía en el centro del debate

El contexto actual otorga especial relevancia al ámbito económico. Es fundamental comprender las políticas que proponen ambos candidatos en este campo, ya que de ellas dependerá en gran medida el comportamiento económico de Estados Unidos y, en consecuencia, del resto del planeta.

A pesar de las diferencias, existen similitudes entre el demócrata Biden y el republicano Trump. Ambos son proteccionistas y, por ende, aislacionistas en materia de comercio exterior. Desconfían de la globalización e imponen aranceles tanto a sus rivales (como China) como a sus aliados, aunque con diferente intensidad.

Esta postura rompe con la tradición bipartidista de Estados Unidos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, caracterizada por el multilateralismo y la reducción progresiva de las barreras al libre comercio de bienes, servicios y capitales. El regreso a las prácticas comerciales de entreguerras es una mala noticia para la economía mundial.

Políticas fiscales y presupuestarias

Biden y Trump coinciden en su enfoque keynesiano en materia fiscal y presupuestaria. Ambos han mostrado un desprecio por la estabilidad de las finanzas públicas, lo que ha llevado al aumento del déficit y la deuda nacional. El republicano incrementó el gasto y redujo los impuestos antes y durante la pandemia, mientras que el demócrata ha aumentado aún más el gasto federal, agravando el desequilibrio fiscal a pesar del aumento de los impuestos.

Ninguno de los candidatos parece preocupado por el alto endeudamiento del sector público estadounidense. Trump plantea nuevos recortes de impuestos sin reducir el gasto público, mientras que Biden pretende aumentar el gasto. Sus planes de incrementar los impuestos a las rentas altas no compensan los desembolsos previstos en programas sociales e inversiones públicas.

El rigor presupuestario ha desaparecido de la agenda de los dos principales partidos políticos estadounidenses. Esto plantea un panorama muy preocupante para las finanzas del país.

Regulación: la principal diferencia

La diferencia sustancial entre Biden y Trump se encuentra en el ámbito regulatorio. El presidente ha implementado una batería de regulaciones durante su primer mandato y planea intensificarlas en el segundo. Pretende fortalecer el poder de los sindicatos, lo que reduciría la flexibilidad del mercado laboral, y endurecer la política antimonopolio, frenando la reestructuración de empresas y sectores, lo que afectaría negativamente la eficiencia, la competitividad y la productividad de la economía estadounidense.

Por su parte, Trump desea eliminar regulaciones para impulsar la inversión, el crecimiento y la innovación. En su primer mandato, redujo el número de nuevas regulaciones en comparación con las administraciones anteriores, pero solo logró eliminar 243 debido a la oposición del Congreso, los tribunales y las regulaciones reintroducidas por los gobiernos estatales y locales.

La estrategia de desregulación de Trump es el único aspecto de su programa en el que difiere radicalmente de Biden. Estados Unidos requiere eliminar obstáculos y esta es una idea positiva.

El declive de la libertad económica en Estados Unidos

La libertad económica en Estados Unidos, otrora símbolo del capitalismo de libre mercado, ha disminuido progresivamente en las últimas tres décadas. En el último índice de Heritage Foundation, el país ocupa el puesto 21 entre 38 estados de la OCDE. Su desempeño en buen gobierno es el número 18, en efectividad del sistema judicial el 28, en carga impositiva el 11, en salud fiscal el 38, en libertad empresarial el 13, en estabilidad monetaria el 17, en apertura comercial el 34, en facilidad de inversión el 21 y en solvencia financiera el 12.

Estados Unidos solo se encuentra entre los diez primeros países de la OCDE en flexibilidad laboral y protección de los derechos de propiedad.

Conclusión

Ni Trump ni Biden ofrecen las políticas que hicieron grande a Estados Unidos. Sus candidaturas plantean un panorama incierto e inquietante para el país y el mundo. Es esencial que los votantes consideren cuidadosamente sus opciones antes de emitir su voto en las próximas elecciones.