El FMI exige a los países pobres que paguen los platos rotos de los ricos
Un grupo de 22 países en dificultades financieras, entre ellos Pakistán y Ucrania, se ha convertido en la mayor fuente de ingresos netos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en los últimos años, con pagos que exceden los costes operativos del Fondo.
Esta situación es consecuencia de la política de sobrecostes del FMI, que impone honorarios adicionales a los países que exceden los umbrales de cantidad o plazo de su endeudamiento con el Fondo.
Imponer sanciones a países como Ucrania, devastada por la guerra, o Pakistán, un país de ingresos medio-bajos donde las inundaciones hace dos años sumergieron un tercio de su territorio, parece poco ético para la misión del FMI: mantener la estabilidad del sistema financiero global.
Los sobrecostes ni garantizan el pago ni protegen las finanzas del FMI. Su principal efecto es incrementar la carga de los pagos de deuda cuando los países no pueden asumirlos, contraviniendo el propio fundamento de la institución multilateral.
Es hora de poner fin a estos pagos extra.
Las finanzas del FMI son robustas; las de los países pobres no
El FMI va a alcanzar su objetivo de saldos precautorios. Una vez cumplido, los sobrecargos estarían sacando dinero a los países de medianos ingresos extremadamente endeudados para gestionar el FMI.
Pedirles a estos países que financien los bienes públicos globales que brinda el Fondo es un error. Los países deberían estar incrementando la inversión para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y el acuerdo climático de París.
Reforma de los sobrecostes
El FMI debería escuchar a quienes reclaman una reforma de los pagos, entre ellos la primera ministra de Barbados, Mia Amor Mottley, el grupo G24 de países en desarrollo y varios legisladores en Estados Unidos.
La opción más simple y efectiva sería eliminar los sobrecargos. Si esto es políticamente imposible, las reformas podrían incluir un tope de los cargos totales por intereses.
Otros ajustes técnicos ayudarían a reducir la carga de los sobrecargos, como aumentar los umbrales para imponer pagos adicionales.
Incluso si los sobrecargos tuvieran sentido en algún momento, ahora ya no. Las finanzas del FMI son robustas; las de países como Pakistán y Ucrania no. Obligar a los países a pagar sobrecargos onerosos no hace más que incrementar su carga de deuda.
— Joseph E. Stiglitz, execonomista jefe del Banco Mundial, profesor universitario en la Universidad de Columbia y premio Nobel de Economía.
Artículo escrito en colaboración con Kevin P. Gallagher, Martín Guzmán y Marilou Uy.