La crisis inmobiliaria en España se mantiene, con una brecha de 80.000 viviendas anuales por cubrir. El Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que se formarán 2,7 millones de hogares hasta 2037, lo que requeriría unas 180.000 viviendas al año. Sin embargo, en 2023 solo se iniciaron 98.040 construcciones, dejando un importante déficit. Esta situación preocupa a diversos sectores industriales, como el de materiales y logística inmobiliaria, cuya facturación está ligada al crecimiento de la oferta de vivienda.

El impacto en los sectores relacionados

El parón de la construcción está afectando a varias industrias. El sector del cemento cerró 2023 con números rojos, y la Asociación de Fabricantes de Cemento en España (Oficemen) advierte de una posible paralización de la demanda durante cinco años consecutivos. El sector del azulejo también se ve perjudicado, con una reducción de 2.000 puestos de trabajo y una disminución de empresas del sector del 46% en los últimos 15 años. El sector del hormigón ha experimentado una estabilización de la producción, aunque con una infrautilización de la capacidad productiva. En logística inmobiliaria, las ventas cayeron un 65% en 2023, y las previsiones para 2024 son poco halagüeñas.

El problema subyacente: escasez de suelo

El quid del problema es la escasez de suelo disponible para nuevas viviendas. Las prácticas precarias del pasado han llevado a las administraciones a restringir la liberación de suelo. Además, los permisos tardan décadas en materializarse, lo que ralentiza la oferta de vivienda. La Confederación Nacional de la Construcción (CNC) pide al Gobierno elevar los permisos para nueva obra a 150.000 visados anuales para paliar la situación.

Otros retos: falta de mano de obra y cualificación

El sector de la construcción también enfrenta dificultades para encontrar trabajadores cualificados. En los últimos años, el número de trabajadores ha disminuido en al menos un millón. El envejecimiento de la plantilla y la falta de jóvenes en el sector agravan el problema. La CNC propone varias soluciones: contratar jóvenes, incorporar mujeres (que solo representan el 11% del sector), atraer personal extranjero y regularizar a los migrantes mediante figuras como el arraigo por formación.