El sector servicios crece cada vez más en la economía española, mientras que la agricultura y la industria disminuyen
La economía española está experimentando un cambio gradual, con el sector servicios adquiriendo un peso cada vez mayor en el mercado laboral, mientras que la agricultura y la industria siguen disminuyendo, aunque a ritmos diferentes. Este cambio se refleja en las cifras de afiliación a la Seguridad Social de agosto, publicadas recientemente, que arrojan luz sobre el descenso de trabajadores en el sector agrícola.
La agricultura pierde importancia
Por primera vez en este siglo, España cuenta con menos de un millón de afiliados en el sector agrícola. En agosto, el número de trabajadores en este sector ascendía a 991.285, casi 100.000 menos que antes de la pandemia y 250.000 menos que hace dos décadas. La patronal de la pequeña y mediana empresa advierte que el sector agrícola lleva 37 meses destruyendo empleo y acumula 90.000 ocupados menos que en agosto de 2019, lo que supone una caída del 8,3%.
Según los cálculos de Cepyme, no había tan pocos trabajadores en esta actividad en España desde 1995. A principios de siglo, la agricultura, la ganadería y la pesca empleaban al 8,2% de la fuerza laboral española, con 1,29 millones de personas ocupadas. Desde entonces, este porcentaje ha ido disminuyendo año tras año hasta situarse en el 5,9% en 2008, coincidiendo con el inicio de la Gran Recesión.
Durante los peores años de la crisis, el empleo agrícola creció ligeramente, alrededor del 6,5%, para volver a caer cuando la economía se recuperó. En 2016, el sector representaba el 6,1% de la fuerza laboral, en 2019 el 5,6% y el año pasado el 4,9%. Este año, ha retrocedido dos décimas más, hasta el 4,7%.
La industria también pierde peso
La industria también está perdiendo peso en la fuerza laboral española. En 2007, este sector empleaba a 2,43 millones de personas, mientras que hoy da trabajo a un millón menos. Como resultado, en 2001 los empleados industriales representaban el 16,9% de los ocupados, mientras que ahora solo suponen el 11,4%.
Sin embargo, la caída del peso de la industria en los últimos años es menor que la experimentada por el sector agrícola. En los últimos años, el número de trabajadores asociados a la industria ha ido creciendo lentamente (2,41 millones en agosto), pero aún se sitúa por debajo de los niveles previos a la pandemia y muy lejos de los registrados antes de la crisis inmobiliaria, cuando las fábricas españolas empleaban a 2,7 millones de trabajadores.
El auge de los servicios
Mientras que los sectores agrícola e industrial retroceden o se estancan, los servicios ganan cada vez más peso en la economía española. En 2001, ocupaban al 64% de los trabajadores, mientras que en agosto de 2023 alcanzaron el 77,3%, con 16,38 millones de trabajadores, la cifra más alta registrada hasta la fecha.
Dentro del sector servicios, las actividades que más crecen en los últimos cinco años son la educación, la sanidad, la información y las actividades técnicas. En cambio, la hostelería y el comercio pierden peso en el empleo total.
Los expertos analizan los cambios en el tejido productivo español
Los analistas que estudian los cambios en el tejido productivo español coinciden en señalar las principales razones detrás de estas transformaciones. Una de las más comentadas es que el retroceso del empleo en el campo es coherente con la evolución habitual observada en otros países desarrollados, donde este sector tiende a perder peso a medida que la economía avanza.
Además, las precarias condiciones laborales del campo, que lo convierten en una actividad poco atractiva para los trabajadores, y la competencia de países productores con condiciones de trabajo aún peores, dificultan el crecimiento del sector.
En cuanto al retroceso del empleo industrial, los expertos suelen mostrarse más preocupados, ya que se trata de un sector más productivo y con mejores condiciones laborales que el promedio. La deslocalización de fábricas a países con menores costes de producción ha llevado a un retroceso que ha alertado especialmente a los gobiernos europeos durante la pandemia, al evidenciar la incapacidad de producir material sanitario de forma autónoma.
Ante esta situación, se habla mucho de la "autonomía estratégica", es decir, el objetivo europeo de producir bienes indispensables sin depender de países lejanos. España, dada su posición preponderante en el impulso de la energía verde y la previsible caída de los precios energéticos, aspira a ser una de las grandes beneficiadas de este fenómeno.