La presión fiscal conjunta del IRPF, el IVA, el Impuesto sobre Sociedades y los Impuestos Especiales (IIEE), que aportan la mayor parte de los ingresos a las arcas públicas, ha disminuido casi medio punto porcentual durante el año pasado tras encadenar tres subidas consecutivas desde 2019. Según los datos de la Agencia Tributaria recopilados por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas), el indicador se situó en 2023 en el 17,8% del Producto Interior Bruto (PIB), lo que supone una bajada de cuatro décimas respecto a 2022 y la primera caída que se registra desde el año 2019, cuando la tasa comenzó a dispararse a niveles no vistos en más de 10 años. La presión fiscal mide la carga tributaria que recae sobre los ciudadanos y se calcula a través de la relación entre los ingresos fiscales totales de un territorio y su PIB. Normalmente, incluye la recaudación de todos los impuestos, desde los estatales a los autonómicos y municipales, así como otras variables como las contribuciones sociales. Sin embargo, en este análisis, Funcas ha tomado como referencia únicamente los cuatro grandes tributos, que son responsables de la mayor parte de la recaudación (el 95% de la de 2023) del sistema fiscal.

¿Por qué ha bajado la presión fiscal?

La caída anotada el año pasado se explica, principalmente, porque los ingresos derivados de estas cuatro figuras han crecido a un ritmo menor que el visto en los últimos ejercicios. Mientras que en 2021 y 2022 el avance rondó el 15% en ambos casos, en 2023 fue de solo el 6%. A ello se suma la resistencia de la economía española, que creció un robusto 2,5%.

El aumento de la presión fiscal en los últimos años

A pesar de la bajada, la serie histórica analizada por Funcas muestra un proceso de aumento de la presión fiscal que se inició en 2010, con un promedio de 0,36 puntos por año que se elevó a 0,61 puntos entre 2020 y 2022. De hecho, entre 2019 y 2023 la subida ha sido de 1,5 puntos de PIB. En esta tendencia, sobre todo la que afecta a los últimos cuatro años, tiene un peso predominante el IRPF, un impuesto que representa casi la mitad de toda la recaudación. Según explica Desiderio Romero, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos e investigador en la fundación, el fenómeno se explica en una parte importante por la no corrección generalizada de la progresividad en frío, es decir, la no adaptación del gravamen a la elevada inflación.

El impacto de la inflación en la recaudación

La inflación no solo afecta a la tarifa del IRPF, sino también a otros elementos del impuesto como los mínimos personales o las deducciones. La deflactación consiste en ajustar al IPC el impuesto sobre la renta para que el alza de los precios no se traduzca en una subida impositiva encubierta. Es decir, se trata de evitar que los trabajadores que han tenido una revalorización salarial para compensar el aumento de la inflación tengan que tributar más, perdiendo por ello capacidad adquisitiva. Las bases imponibles del impuesto muestran, entre otros puntos, estos aumentos en las remuneraciones. Hay una tendencia creciente de la base imponible, con aumentos de 5,4 puntos de PIB entre 2017 y 2023 que se explican, entre otros motivos, por la mejora del empleo y por las revalorizaciones salariales y de pensiones puestas sobre la mesa para combatir los efectos de la inflación. Sin embargo, pese a la subida de los precios, la tarifa del impuesto sobre la renta no se ha ajustado, lo que provoca que el tipo medio aumente 1,6 puntos entre 2019 y 2023, hasta situarse en el máximo histórico del 14,3%.

Evolución histórica de la presión fiscal

La presión fiscal de los cuatro grandes gravámenes alcanzó su primer pico, del 18% del PIB, en el año 2007, justo un año antes del estallido de la crisis financiera. A partir de ahí, cayó al 15% en 2008 y al 12,8% un ejercicio después, la tasa más baja de toda la serie histórica. El indicador fue recuperándose paulatinamente y rondó el 16% del PIB entre 2012 y 2019, hasta que alcanzó el récord en 2022, cuando llegó al 18,2%. "El crecimiento en la presión fiscal en esos cuatro impuestos no es un fenómeno reciente. Contrariamente, es un proceso en curso que arrancó en 2010, tras el desplome en la recaudación con el fin de la burbuja inmobiliaria", concluye el texto de Funcas.