La transición energética: un camino hacia la sostenibilidad con desafíos inflacionarios
La lucha contra el cambio climático ha impulsado a la comunidad global a adoptar medidas estructurales para reducir las emisiones de carbono y avanzar hacia una economía sostenible. Sin embargo, este camino hacia un modelo con menores emisiones conlleva un aumento sustancial de los sobrecostos inflacionarios, que afectarán a la economía mundial durante la próxima década.
El informe "El coste inflado de la transición energética", elaborado por Carmignac, destaca que "los intentos de limitar el aumento de la temperatura global en 1,5° podrían añadir un 1,6% a la inflación cada año". La energía es un pilar fundamental de la economía moderna, y la transición hacia fuentes más limpias y sostenibles, aunque necesaria, ejercerá una presión inflacionaria adicional.
El cambio climático no mitigado representa una amenaza constante para la economía global. Sin acciones significativas, este fenómeno seguirá provocando desastres naturales y alteraciones climáticas, interrumpiendo las cadenas de suministro y elevando los precios. El Banco Central Europeo estima que, sin mitigarlos, los efectos físicos del calentamiento global podrían añadir entre un 1% y un 3% a la inflación anual solo en la próxima década.
Greenflation: el coste de la transición
El informe de Carmignac identifica varios componentes clave que contribuirán a la "greenflation" o inflación verde debido a la presión de la demanda sobre los recursos necesarios para la transición. La demanda de bienes críticos como metales y minerales para las tecnologías de energía renovable está aumentando. Se espera que los precios de los metales verdes (níquel, zinc y cobre) se dupliquen en la próxima década, añadiendo un 0,1% anual a la inflación global.
Por otro lado, la disminución de la inversión en infraestructuras fósiles reducirá la producción de hidrocarburos, elevando los precios del petróleo en aproximadamente un 20% anual, lo que añadirá un 0,8% a la inflación. Además, la inversión necesaria desviará recursos de otras áreas de la economía, incrementando los precios y las tasas de interés.
Beneficios a largo plazo de la transición energética
A pesar de los impactos inflacionarios a corto y mediano plazo, "la transición energética promete beneficios económicos a largo plazo", según el informe. Estos beneficios incluyen la potencial reducción de los costes marginales de la electricidad, la disminución de la dependencia de las importaciones de energía y la creación de millones de empleos en sectores emergentes.
Sin embargo, la transición energética no está exenta de desafíos. La greenflation es una realidad que los gobiernos, las empresas y las personas deberán afrontar. Gestionar cuidadosamente estos impactos inflacionarios será crucial para minimizar su efecto en la economía y garantizar una transición justa y sostenible.