Las reservas internacionales caen en picada
La política cambiaria del gobierno se ha visto afectada por una serie de tensiones que han llevado a un salto en los dólares financieros y a un fuerte aumento en la brecha. La autoridad monetaria, que inicialmente logró anclar las expectativas comprando reservas de forma acelerada, ahora se ha visto limitada por un mercado que parece haberle puesto un límite a la política de tasas bajas.
La actual regla cambiaria comienza a hacer agua, limitando las posibilidades de salir del laberinto sin una nueva corrección cambiaria. Esto se debe a que los incentivos originales para la oferta de dólares se han ido limitando, mientras que la demanda ha ido recuperando espacio.
El enfriamiento de la economía
La recesión, aunque necesaria para estirar la transición, tendrá costos crecientes. Según estimaciones de la consultora CECA, el nivel de actividad (EMAE) se contrajo en abril por séptimo mes consecutivo, acumulando una caída anual que supera el 6%.
La mayor parte de las ramas productivas se mantienen en terreno negativo, con intensidad creciente según sea la dependencia de cada actividad de la demanda interna. Esto último es clave para dar cuenta de la dinámica del mercado de trabajo, dado el carácter procíclico que tienen tanto el empleo como los salarios.
En lo que hace al empleo, en abril se profundizó la caída del empleo registrado, que alcanzó un 2,9% mensual. El salario real privado registrado (SIPA) por su parte, solo logró recuperar poco más de 6 puntos porcentuales de los más de 11 puntos porcentuales que perdió en la megadevaluación de diciembre último.
Los ingresos fiscales se resienten
La fuerte caída real del gasto (superior al 30% anual en el acumulado anual) se está traduciendo en menores ingresos fiscales. Los ingresos tributarios han caído un 5,4% real, liderados por la caída de ganancias (-37,6% anual), derechos por importaciones (-21,7%) y aportes y contribuciones a la seguridad social (-18,8%).
Esto ha llevado a una mayor dependencia del financiamiento del Banco Central, lo que a su vez ha contribuido a aumentar la inflación.
No hay magia
Dada la magnitud, duración y recurrencia de los desequilibrios macroeconómicos en Argentina, no hay forma de empalmar hacia un verdadero esquema de estabilización sin recuperar y fortalecer la moneda.
A mayor demanda de pesos, más sencillo resultará pensar en un nuevo régimen monetario. Cierto es también que la dominancia financiera y el conflicto distributivo serán escollos importantes a la hora de pensar el salto.
Para los economistas, la salida sigue siendo con estabilización, pero sobre una agenda que contemple combinar crecimiento económico y cambio estructural. Demanda efectiva, escala, innovación tecnológica y política industrial son elementos por ahora ausentes en el discurso y el programa del gobierno.